me guardé una cita de "el infinito en un junco" de irene vallejo que dice que "la lengua griega tiene una palabra para describir su obsesión: póthos. Es el deseo de lo ausente o lo inalcanzable, un deseo que hace sufrir porque es imposible de calmar. Nombra el desasosiego de los enamorados no correspondidos y también la angustia del duelo, cuando añoramos de manera insoportable a una persona muerta."
creo que tengo póthos de ese...
en fin... hoy no tengo un buen día... me he despertado llorando, y tengo un nudo en la garganta que no se me desata, a parte del eterno dolor en el pecho al que me he ido acostumbrando, y los días que empiezan así, la experiencia me dice que no son buenos... que no mejoran... pero hay que seguir... o al menos eso dicen por ahí...
el caso es que después de "el infinito en un junco" retomé la lectura del diario de virginia, y como ya tengo encargado el cuarto tomo, que salió la semana pasada, pues he empezado el tercero, y me he leído el año mil novecientos veinticinco... el año en el que se publicó la señora dalloway (que será mi próxima relectura de virginia) y el lector común (que también quiero releer) y en el que la woolf pasó varios períodos en la cama...
la charla de virginia me calma... me sosiega, me reconforta, y me entretiene, que es lo que necesito ahora mismo... entretenerme...
y después de leerme el año mil novecientos veinticinco, empecé a leer "insumisa" la autobiografía que yevguenia yaroslávskaia-markón escribió en la cárcel poco antes de ser fusilada...
"Una advertencia: que no os sorprenda ni os avergüence mi sinceridad. Estoy convencida de que la franqueza siempre es beneficiosa para una persona porque, por muy oscuros que sean sus pensamientos y sus actos, aun así, son mucho más claros de lo que cree su entorno. Durante mi niñez siempre pensé lo bueno que sería si los seres humanos fuéramos transparentes como el cristal y si todos nuestros deseos, pensamientos y verdaderos motivos de nuestras acciones fueran visibles, como a través de una cajita de vidrio. De ser así, todos veríamos a los demás tal como nos vemos a nosotros. Y, en realidad, nadie tiende a pensar mal de sí mismo."
y así empieza yevguenia yaroslávskaia-markón a contarnos su historia... nació en el año mil novecientos dos, en una familia burguesa, estudió en el liceo de donde fue expulsada, se entusiasmó y después se decepcionó con la revolución (ella misma dice que le gustó más la de octubre que la de febrero), estudió historia en la universidad, después filosofía, se enamoró y se casó con el poeta aleksandr yaroslavski, viajó con él por europa, y al volver él fue detenido y ella estuvo viviendo en la calle, vendiendo periódicos, flores o robando, hasta que tras unas cuantas detenciones fue condenada a trabajos forzados, donde se enteró de la muerte de su esposo, y donde ella misma fue condenada a muerte... fusilada un par de meses después de escribir su autobiografía como parte del proceso que se abrió contra ella por terrorismo (le tiró una piedra al hombre que había asesinado a su marido y dicen que intentó lanzarle también un ladrillo... terrorismo), que termina así:
"Ahora ya lo sabéis todo de mi vida: la vida de una estudiante de liceo revolucionaria, llena de sueños, la compañera de un gran hombre y poeta, Aleksandr Yaroslavski, una eterna viajera, una antirreligiosa itinerante, periodista de Rul, vendedora callejera de periódicos, ladrona reincidente, adivina, vagabunda..."
me ha gustado tanto, que en contra de mi costumbre de leerme solo la obra e ignorar el resto, de este libro me he leído el prólogo, su autobiografía, las actas de su interrogatorio, su condena, la declaración del testigo y el epílogo...
creo que con esto, está todo dicho...
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