sobre otra manera...

viernes y te escribo desde la caja (desde donde creo que a partir de ahora te voy a escribir con bastante frecuencia...)

viernes y de momento aguanto... aunque no va a ser fácil sobrevivir a este viernes...

viernes y como no quiero hablar de lo que de verdad me preocupa, me vas a dejar que te cuente que hace unos días me leí de otra manera, maravillosa antología de jane kenyon, de la editorial pretextos...

y si te estás preguntando que como conocí a jane kenyon, la respuesta es simple: buceando (cosa que hago al menos tres o cuatro veces al año) en los fondos de la pretextos... me gustó su nombre (ya ves que tontería), y la breve nota biográfica que la pretextos tenía en su web... así que lo encargué...

y la verdad es que jane kenyon me conquistó ya en el prólogo de esta antología cuando dice: "yo creo que escribir esos poemas fue mi esfuerzo para comprender y controlar lo que me estaba ocurriendo. para mí la poesía es siempre un lugar seguro, un refugio y lo ha sido desde que la estudié en la escuela primaria, así pues era natural para mí escribir sobre estas cosas que ocurrían en mi propia alma."

y me vas a dejar que te copie tres de sus poemas... el primero porque me hizo sonreír... 




al encontrar una cana

friego las largas tablas del suelo

en la cocina, repitiendo

los movimientos de otras mujeres

que han vivido en esta casa.

y cuando encuentro una cana

flotando en el cubo

siento que mi vida se une a la de ellas.

jane kenyon (de otra manera)



el segundo porque me pareció una preciosidad...




la camisa

la camisa roza su cuello

y se alisa sobre su espalda,

se desliza por sus costados,

e incluso baja más allá de su cinturón,

dentro de sus pantalones.

afortunada camisa.

jane kenyon (de otra manera)



y el tercero, en parte por eso del banco de peces; y en parte porque los últimos cuatro versos me hicieron vivir uno de esos momentos mágicos en los que un poema se convierte en un espejo y no puedes evitar, al entreverte entre sus líneas, sonreir... 




el pretendiente

nos acostamos dándonos la espalda. las cortinas

suben y bajan

como el pecho de alguien que duerme.

el viento mueve las hojas del viejo boj,

mostrando sus claros reversos

al dar la vuelta todas a la vez

como un banco de peces.

de pronto, comprendo que soy feliz.

durante meses este sentimiento

se ha estado acercando, ha permanecido

en breves visitas como un tímido pretendiente.

jane kenyon (de otra manera)



y ahora corto y cierro... que no paran de interrumpirme (uno de los grandes inconvenientes de escribirte desde la caja) y así no hay manera de ordenar las palabras...



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