martes y te escribo desde el despacho... y aunque tengo la caja por hacer y las facturas que senté ayer por numerar, como ves, en vez de ponerme a trabajar, he abierto este editor una mañana mas y aquí estoy, rebuscándome las palabras para contarte algo...
así que me rebusco las palabras hoy para contarte que me estuve leyendo los que sueñan el sueño dorado de joan didion... libro que es una especie de antología de algunos de los libros de no-ficción de esta autora...
y ha sido un placer volver a leer a esta mujer, que aunque conozco hace poco, ya se ha convertido en una de mis autoras favoritas entre las favoritas...
y tengo varias citas guardadas de este libro de ensayos... así que te voy a copiar una de john wayne: canción de amor... porque igual te gusta leerla...
tres o cuatro tardes por semana íbamos a sentarnos en las sillas plegables del oscuro barracón de chapa de acero que hacía de cine, y fue allí, durante aquel verano de 1943, mientras fuera soplaba un viento tórrido, donde vi por primera vez a john wayne. lo vi caminar y oí su voz. le oí decirle a una chica en una película titulada en el viejo oklahoma que le iba a hacer una casa «en el recodo del río donde crecen los álamos». la verdad es que al crecer yo no me convertí en la clase de mujer que protagoniza una película del oeste, y aunque los hombres a los que he conocido han tenido muchas virtudes y me han llevado a vivir a muchos sitios, nunca han sido john wayne, y nunca me han llevado a ese recodo del río donde crecen los álamos. pero en las profundidades de mi corazón donde cae eternamente la lluvia artificial, esa sigue siendo la frase que yo espero oír.
joan didion (john wayne: canción de amor)
y otra que me hizo darme cuenta de que joan didion y yo podríamos ser familia... y es que une, quieras que no, saber que alguien padece los mismo males que padece una...
tres, cuatro y hasta cinco días al mes me los paso en la cama con migraña, insensible al mundo que me rodea. y casi todos los días de todos los meses, entre ataque y ataque, siento esa repentina irritación irracional y ese flujo de sangre a las arterias cerebrales que me hacen saber que la migraña está de camino, y entonces me tomo ciertos fármacos para impedir que llegue. si no me tomara esos fármacos, sería capaz de funcionar tal vez un día de cada cuatro. en otras palabras, ese error fisiológico llamado migraña es un hecho central en la vida que me ha tocado.
joan didion (en la cama)
y por último, una cita que en vísperas del día veinticinco de noviembre, viene bien para reflexionar... porque a mí también me pasa como a la didion... cuando me hablan de determinadas cosas me saltan las alarmas...
siempre que alguien me habla de las cosas de mujeres, y lo hacen a menudo, me viene a la cabeza aquello de «nada dice "te quiero" tan bien como lo que sale del horno» y en la mística femenina y en cómo es posible que haya gente que son instrumentos inconscientes de unos valores que a un nivel consciente rechazarían fervientemente
joan didion (arrastrarse hasta belén)
una maravilla...
y ahora corto y cierro... que digo yo que tendré que ir numerando las facturas de proveedores que senté ayer, aunque sólo sea por ir despejando mi mesa...
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