jueves (de jefecilla) y te escribo desde el despacho... y antes de empezar te diré (para que te quedes tranquilo) que creo que ayer conseguí hacer todo lo que tenía que hacer antes de que el jefe se fuera a pasar unos días fuera... pero eso no ha impedido que me haya encontrado la mesa llenita de tareas pendientes... y es que todos los pagos del mes de octubre y de lo que llevamos de noviembre que me dejé yo misma a mí misma anoche antes de irme a casa, hay que sumar tres pedidos que hay que escanear y pasar por correo electrónico, dos pedidos que pasé la semana pasada y que como no han llegado tendré que reclamar (más que nada por si no se pasaron en realidad, o por si se perdieron en el limbo de los mails que enviamos y que jamás llegaron), un par de consultas a proveedores, dos presupuestos, y tres respuestas a clientes...
por suerte antes de irse el jefe me ha invitado a desayunar en nuestro bar favorito... claro que el desayuno tenía trampa, ya que nos lo hemos pasado hablando de todo lo que se supone que yo tendré que hacer de aquí al lunes que viene...
en fin... cambio de tema, porque yo no venía a contarte las penas de una jefecilla en funciones, sino más bien a contarte (como el título de este post ya te habrá hecho sospechar) de la octava serie de los testimonios de victoria ocampo (que va del año mil novecientos sesenta y ocho al mil novecientos setenta).
y como siempre ha sido un placer seguir con la lectura de estos testimonios, que no son del todo fáciles de localizar, y leer a victoria ocampo volviendo (como es inevitable) sobre algunos temas que después de ocho series ya me resultan familiares, y tratando temas nuevos... ha sido un placer leer esta octava serie en la que se mezclan lecturas, recuerdos, conferencias, reminiscencias y reincidencias de una mujer que (creo que ya te lo he dicho en alguna ocasión) escribe como si hablase... y eso, aunque parece fácil, es un don...
y antes de cortar y cerrar, te voy a copiar un trocito de estos testimonios... y aunque he de decir que tenía pensado copiar otra cita que hablaba de tristan e isolda, romeo y julieta, anna karenina y vronsky, otelo y desdémona, heathcliff y catherine... el mundo en el que vivimos últimamente me ha hecho buscar esta cita en la que victoria ocampo reflexiona sobre la condición inhumana del hombre...
y dice victoria ocampo que...
a veces se juntan acontecimientos, lecturas, películas que ponen en relieve ante nuestros ojos hechos irritantes (aunque de inadvertida monstruosidad por sus características cotidianas). comprobamos, por ejemplo, que tal novela, aparentemente inverosímil por lo descabellada y absurda, lo es menos que la realidad diaria. o nos salta a la vista que el way of life feudal, humillante, tiránico, cruel, intolerable, especialmente para la mujer, no está tan lejos del siglo XX como nos halaga suponer. que occidente no puede achacarle a oriente, ni viceversa, comportamientos que tienen equivalentes en ambas partes del mundo.
victoria ocampo (la condición inhumana. en la octava serie de sus testimonios)
y es que la conclusión a la que llega la ocampo, me parece que la tendríamos que tener en cuenta, pese a lo que nos halague suponer...
corto y cierro...
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