martes y te escribo desde la caja, habiendo dormido poco, y con la cabeza algo enbotada...
y es que el lunes fue algo caótico, para qué negarlo; y hoy hemos
desayunado intentando organizar el sistema de turnos de hoy (mañana ya
vorem), en el que tienen que encajar la facturación de hoy, que empecé a
organizar ayer, por lo que pudiera pasar; con una reunión que tiene mi
hermana la mediana después de comer; y con no sé que historia que tiene
mi hermana la pequeña, antes del mediodía... pero hemos acabado el
desayuno con el sistema de turnos más o menos claro...
y cambiando de tema te seguiré hablando de la antología cuando se abrió la puerta...
y en esta tercera entrega te contaré que me encantó el relato de conan
doyle (del que hasta ahora solo había leído sus historias de sherlock
holmes), los médicos de hoyland...
relato que nos cuenta como reacciona el doctor james ripley, que tras
hereder la consulta de su padre en el pueblo de hoyland, al norte de
hampshire, y teniendo a su cargo a todos los parroquianos de aquellos
parajes, se encuentra con que otro médico se instala en el pueblo; y lo
que es peor, que ese médico, en realidad es una médica...
en su vida había conocido a una mujer que fuese médico, y su espíritu conservador se rebelaba ante semejante idea. aunque no recordaba ninguna cita bíblica que afirmase que el médico siempre tenía que ser un hombre, y enfermera la mujer, tuvo la sensación de que se había cometido una blasfemia. su semblante lo manifestaba con toda claridad.
arthur conan doyle (los médicos de hoyland)
y también me encantó el relato a las puertas del paraíso de
laurence alma-tadema (y me imagino que estarás pensando que te suena el
nombre, y es normal, ya que laurence alma-tadema es la hija de lawrence
alma-tadema, pintor victoriano del que vimos una exposición en el
thyssen este verano...)
y, en medio de la oscuridad, apareció ante nosotros otra visión. anochecía; la estancia era grande y se hallaba poco iluminada; el alto techo y los lejanos rincones se perdían en la penumbra. junto a la mesa donde ardía una lámpara, había un hombre de pelo blanco en una silla de respaldo elevado; vestía con elegancia, tal vez fuera un miembro del consejo de los diez; su barbilla descansaba en su pecho, pues estaba dormido; y su mano blanca de largos dedos, ajena al trabajo duro, yacía lánguidamente entre las páginas de un libro abierto sobre las rodillas.
laurence alma-tadema (a las puertas del paraíso)
relato que con su final inesperado me pilló totalmente desprevenida...
y además los relatos que ya había tenido el placer de leer (en la antología entre horas), en el espacio de una hora de kate chopin, una sugerencia de ada leverson y la quinta edición de
mabel e. wotton... tres relatos con tres finales sorprendentes, que
pese a haberlos leído hacía poco, volvieron a encantarme...
y por hoy, nada más que contarte...
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