sobre varada tras el último naufragio...

miércoles (aunque no sé porque, o puede que sí, yo he amanecido convencida de que ya era viernes... así que no hará falta que te cuente el disgusto que me he llevado al descubrir el día de la semana en el que estamos...) y te escribo desde el despacho...

miércoles, y tengo sueño, y la sensación de que aquí todo el mundo hace lo que le da la gana menos yo, que ya no sé si es que soy demasiado responsable o directamente idiota... pero el caso es que me siento absurdamente tonta...


miércoles (lo repito para mentalizarme) y yo hoy venía a contarte que estuve leyendo varada tras el último naufragio de esther tusquets (tercera parte de la trilogía que empecé a leerme con aquel mismo mar de todos los veranos, y de la que aún tengo pendiente la segunda parte, pero conociendo como conoces mi tendencia al caos, no creo que te soprprenda que me haya leído la tercera parte sin haberme leído la segunda...)



apoya la cabeza de lado sobre la toalla, y el sol le llega tamizado a través de su cabello oscuro, como filtrado por los tallos sombríos de una selva en miniatura, la tupida enramada de una jungla minúscula, tan oscuros ahora -un castaño denso, con mechones canos- los tallos y el ramaje, en los que pone el sol leves motitas de oro, y antes fueron sus cabellos de un caoba cálido con reflejos de miel, y antes de un rubio evanescente, líquido, y antes aún, todavía en el túnel del tiempo, de un amarillo que se ponía en verano con el sol casi albino, tan claro que era inevitable el comentario de quienes la veían por primera vez -a quién habrá salido esta niña?, parece alemana, inglesa o sueca-, porque ya entonces no parecía de ninguna parte

esther tusquets (varada tras el último naufragio)


y así comienza la tusquets a contarnos esta historia... la historia del naufragio de elia (la que tiene la cabeza de lado sobre la toalla) que acaba varada en la casa donde ella y su marido pasaban los veranos con eva (la mejor amiga de elia) y su marido pablo...

sólo que el marido de elia no está... de hecho ni la misma elia sabe donde ha ido... solo sabe que su preciosa historia de amor ha terminado y como una ondina languidece sin querer decirle a nadie lo que ha pasado, atiborrandose a pastillas para sobrevivir a una pena que no quiere llegar a sentir, y sentada durante horas frente a su máquina de escribir sin ser capaz de pulsar una sola de sus teclas...

y mientras, eva y pablo tienen problemas aunque no lo parezca... y a esa situación extraña (elia callada, sola y sin querer contar nada; y pablo insatisfecho con la vida que ha llevado hasta ese momento) eva añade a una adolescente perdida a la que pretende ayudar, y que se enamorará de ella, con un amor torturado y sin posibilidad de ser correspondido... a eso añadele una infidelidad, y te podrás imaginar lo entretenida que es la novela...

y además de entretenida es de un lirismo impresionante... lirismo que ya me impresionó en el mismo mar de todos los veranos, y que esta vez me cautivado ya del todo... porque la manera que tiene la tusquets de contar historias, es una manera lírica que casi roza la poesía, con alusiones a los cuentos (y ya sabes como me fascinan los cuentos), cambiando el centro de la narración de un personaje a otro, sorprendiendonos, porque sus personajes, como las personas que nos rodean, no son previsibles, y escapan, casi sin que nos demos cuenta a los estereotipos que les creíamos haber asignado, para acabar haciendo, a veces lo que imaginabamos que harían, y otras veces justo lo contrario...

(y te diría, aunque creo que te lo dije hace unos días, que leyéndola pensaba en como se equivocan los que dicen que proust escribe párrafos demasiado largos, ya que los de la tusquets los superan con creces... y que después de pasar toda la novela pensando en proust, porque apenas hay puntos y seguidos, y los puntos y aparte a veces llegan después de varias páginas en las que solo puedes respirar en las comas; en el episodio final me descubrí pensando en joyce, y en ese inolvidable sueño de molly que cierra su ulises, ya que las últimas páginas de la novela, no es que contengan puntos, es que pierden hasta las comas... y teniendo en cuenta quien era esther tusquets, mítica editora de la mítica lumen, no creo que sea para nada casual... incluso te podría decir los puntos que me hicieron pensar en la woolf, pero no quiero aburrirte...)

que me ha encantado... claro... (y que un día de estos voy a tener que buscar esa segunda parte que me he saltado de esta trilogía que me está encantado... además de esas memorias cuyo título me ha cautivado... pero eso será después del verano...)

y antes de cortar y cerrar me vas a permitir que te copie otra cita... seguramente porque yo a veces me pregunto lo mismo que eva se pregunta...



y se pregunta eva si en efecto no sabría vivir de otra manera, y concluye que ella no busca nada ni provoca nada, que no ha creído nunca demasiado en su papel de mujer fuerte (papel que otros inventaron para ella y en el que la encerraron como en una coraza, como en una mortaja), sólo que en algún día de hace ya mucho tiempo la situaron ahí, en mitad del puente levadizo, en lo alto de las almenas, y hay a su alrededor mil cosas que hacer -que no hace nadie-, mil problemas que resolver -que no resuelve nadie-, mil personas de las que ocuparse - y de las que no se quiere ocupar nadie-, mil palabras por decir -y no se anima a decirlas nadie (...)- y entonces eva asume resignada, eficaz, algo que acaso nunca quiso asumir, pero que parece le ha sido asignado de modo inevitable desde siempre.

esther tusquets (varada tras el último naufragio)


y ahora sí... corto y cierro...

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