sobre fin de siècle (segunda parte)

martes y te escribo desde el despacho... con la caja hecha y el correo abierto y entregado...

martes y las fallas de momento bien, gracias... a la fideguá de ayer, y a la maravillosa tarde libre que pasé, súmale que anoche los falleros de mi calle se siguieron portando bien, y ni hubo música, ni gritos de borrachos, ni nada que me molestara... así que he dormido bien, gracias...


martes y yo venía a contarte (o más bien a seguir contándote) que sigo leyendo fin de siècle, ese libro de relatos de mujeres en lengua inglesa (traducidos al castellano, claro) publicado por la editorial cátedra...


y te contaré que me encantó el relato de mona caird (1854-1932), titulado la sala amarilla, un relato en el que el protagonista nos cuenta como conoció a vanora haydon, y como se enamoró de ella pese no gustarle nada como era... 




hago referencia a este episodio de mi vida, que en el recuerdo he denominado así, con una especie de desagrado y fascinación a la vez. detesto todo este asunto, pero me es imposible darlo por concluido. parece como si aquellas tres malditas semanas que pasé con vanora haydon bajo el mismo techo me hubieran privado de mi personalidad, sacado de quicio, desequilibrado por completo. tengo la sensación de que tal vez pueda deshacerme de tan absurdo hechizo si intento desenredar la maraña de recuerdos con calma y los estudio científicamente.

mona caird (la sala amarilla)


y también me gustó mucho el relato de grace king (1852-1932), una esperanza lisiada... un relato en el que se nos habla de una esclava que al principio no podía ser vendida (a su madre se le cayó de los brazos siendo apenas un bebé, y de ahí el título) y que después, no se vende pese a las ofertas, ya que el tratante de esclavos descubre su valor, y prefiere mantenerla en ese lugar que ella conoce hasta que acaba la guerra y descubre que es libre, y que está completamente sola...




imagínense el cuarto tranquilo, apenas iluminado, de un convaleciente; fuera, los días de invierno sombríos y deprimentes en un distrito rural lejano y escasamente habitado; dentro, unas brasas que arden con lentitud, una cama con dosel, el bebé que duerme bastante bien, la madre desvelada, inquieta, pensativa, como ha de ser una madre, desgraciadamente, hoy día, especialmente en ese distrito donde los gusanos del algodón y las inundaciones han llegado a monopolizar el futuro de uno.

grace king (una esperanza lisiada)


y por último (de momento) decirte que también me encantó el relato de kate chopin (1850–1904), de la que te hablé no hace mucho... un relato titulado lilas... uno de esos relatos que calla mas de lo que te llega a contar, y que deja a la imaginación del lector, los porques y los comos de lo que pasa al final... ya que por no saber, no sabemos, ni lo que dice la carta que a la protagonista se le cae de las manos al recibirla...




madame adrienne farival no anunciaba nunca su llegada, pero las buenas monjitas sabían muy bien cuándo esperarla. cuando la fragancia de las lilas empezaba a impregnar el aire, sor agathe se acercaba muchas veces a la ventana a lo largo del día, con la expresión feliz y beatífica en la cara con que las almas puras y simples esperaban la llegada de aquellos a los que aman.

kate chopin (lilas)


así que te diré que de momento, esta antología me está pareciendo una maravilla... ya te iré contando más en los próximos días, porque ahora tengo que cortar y cerrar, que habrá que meter el poco material que ha llegado teniendo en cuenta que la ciudad está tomada (como aquella casa) y que hasta el jueves no creo que volvamos a la normalidad...

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