sobre un invierno en mallorca...

viernes (por fin!) y te escribo desde el despacho...


viernes y he de confesar que he llegado media hora tarde a trabajar, porque he pasado mala noche, y la verdad es que cuando el despertador ha sonado, no me podía levantar... así que he pasado un rato, medio dormida, medio despierta, autoconvenciéndome de que no me podía quedar en la cama... de que tenía que levantarme, vestirme y bajar a trabajar... aunque la verdad es que la del espejo esta mañana, tenía muy cara la pobre... pero como ves, una vez mas ha podido mas mi parte responsable que mi parte quejica... y pese a que esta noche apenas he dormido (sigo con pesadillas) y a que llevo un disgusto que no me merezco, aquí estoy... al pie del cañón...


viernes y te diré que pese al sueño que tengo y a la migraña (migraña que sé exactamente de donde viene, porque después de tantos años me conozco tan bien a mí misma que soy capaz de predecir una migraña mala ya desde la víspera), he terminado de sentar las facturas que se quedaron ayer a medio sentar (porque aunque ya sabes que no me gusta nada dejar las cosas a medias, cuando el jefe entró y dijo que nos íbamos antes para pasar a ver a la abuela camino de mestalla (5-1), aunque ya sabía que no era una buena idea, y pese a esa sensación en la boca del estómago que me avisa cuando las ideas son malas, no le pude decir que no... apagué el ordenador dejando mi mesa tal cual estaba, y para allá que nos fuimos, a vivir uno de los momentos más surrealistas de nuestra historia...), he hecho la caja, abierto el correo electrónico, buscado un rma, dado respuesta a una consulta, anulado un presupuesto y archivado albaranes... y aún no son ni las once...





viernes y en realidad yo venía a contarte que estuve leyendo "un invierno en mallorca" de george sand (o amandine aurore lucile dupin, baronesa de dudevant)


y como dice ella misma en el prólogo:






este libro tiene su fecha en una carta dedicatoria a mi amigo françois-rollinat, y su razón de ser debe encontrarse en las reflexiones con que se inicia el capítulo IV. yo no sabría más que repetirlo. "por qué viajar cuando no se está obligado a hacerlo?" hoy, al regreso de las mismas latitudes atravesadas por otro punto de la europa meridional, me planteo una respuesta parecida a la que me hice otra vez a mi regreso de mallorca: "no se trata tanto de viajar como de partir. quién entre nosotros no tiene algún dolor que superar o algún yugo que sacudir?"



george sand (un invierno en mallorca)








y cierto es que si como dice la sand, lo mejor cuando tenemos un dolor, o un yugo que sacudir, sería escapar mediante un viaje... visto que mis medios me lo impiden, y visto que además no tendría tiempo de hacerlo, me he conformado con viajar a mallorca con ella sin moverme del sofá...


te diré que creo que a la sand, no le acabó de gustar mallorca, aunque quizás debería decir que lo que no le gustó fue la población autóctona... claro que si es cierto lo que cuenta, no la trataron demasiado bien por esas tierras, y aprovecharon su situación de extranjera para cobrarle mas por menos y para robarle cuando pudieron...


lo que sí le gustó fue la tierra y el paisaje... y algunas personas puntuales, que quizás precisamente por ser excepciones a la regla, ella salva de sus consideraciones referentes al resto de isleños que conoció en ese invierno que pasó en mallorca...






es que no estamos nunca realmente bien en ninguna parte; en nuestra época y cualquiera que sea el aspecto que adquiera nuestro ideal (o, caso de que este término no te agrade, el sentimiento de lo mejor), el viaje es uno de los más sonrientes y engañosos. todo va pésimamente en el mundo oficial; quienes lo niegan lo sienten tan profunda y más amargamente que los que lo afirman. sin embargo, la divina esperanza continúa siempre su camino, persiguiendo su obra en nuestros pobres corazones e imbuyéndonos siempre este sentimiento de lo mejor, esta continua búsqueda del ideal.



george sand (un invierno en mallorca)








y ahora corto y cierro... que tendré que guardar las facturas que siguen encima de mi mesa y mirar si mientras te escribía ha entrado material...






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