sobre los días de vino y rosas...

lunes (otra vez) y (para variar) te escribo desde el despacho...


lunes y tengo sueño, y la caja por hacer y el correo por distribuir... poco mas pendiente en este momento en el que te estoy escribiendo...


lunes y la sensación de absurdidad y de irrealidad se me ha prendido de las pestañas y no sé que hago aquí escribiendo (o quizás no sé que hago aquí en este despacho), quizás porque las rutinas hay días que rozan el absurdo a fuerza de repetirlas... quizás porque hay cosas que me chirrían y me dan ganas de gritar (aún sabiendo que nadie me entendería)... o quizás es simplemente que esta noche he tenido demasiadas pesadillas, de las que apenas soy capaz de recordar los detalles, pero que me han dejado ese regusto de absurdo amargo entre los labios, que todavía no he sido capaz de disipar...





en fin... que yo hoy venía a contarte que anoche estuve viendo días de vino y rosas... esa de blake edwards que coge el título de los versos de un poema de ernest dowson que lee remick recita en su primera cita: "largos son los días de vino y rosas / de un nebuloso sueño surge nuestro sendero / y se pierde en otro sueño."


esa en la que jack lemmon trabaja de relaciones públicas, y cuando empieza la película está buscando chicas para llevarlas a una fiesta en el yate de un príncipe árabe... y claro, cuando ella llega la confude con una de las chicas, y hasta la riñe por no ir vestida de fiesta... claro que ella es la secretaría de su cliente... así que el pobre jack intentará pedirle perdón con girlache de cacahuete, y acabará siendo peor el remedio que la enfermedad, porque a ella no le gusta el girlache y él le acabará diciendo cosas que no debería decirle en el viaje de ida y vuelta en ascensor... claro que al final acabarán cenando juntos... y será en esa cena en la que él la convenza para que beba por primera vez...


y mira que he visto veces esta película, y me sigue doliendo cada vez que la veo... mira que la he visto veces, y la escena en la que él le pide a ella que le dé leche en polvo a su hija recién nacida y que se tome una copa con él, me sigue poniendo un nudo en la garganta... mira que la he visto veces, y la escena en la que él destroza el hinvernadero, sigue consiguiendo que en un momento dado tenga que desviar la mirada, porque me duele... mira que la he visto veces y la escena del motel, cuando él quiere llevarsela a casa y después de negarse una y otra vez, acaba cediendo a sus ruegos, y decide tomarse una copa con ella, me mata... porque creo que es una de las escenas mas duras, mas románticas y mas sórdidamente demoledoras que recuerdo...


y te diré que el final me volvió a dejar tocada... porque ese mirar por la ventana, esa la calle vacía y ese luminoso del bar, es tan desolador que da frío... porque aunque la he visto varias veces, puede que siempre espere un final alternativo... no sé...


una maravilla... una triste y preciosa película...










y ahora corto y cierro...

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