sobre viernes de migraña y lo que le dijo la poeta al analista...

viernes ya y te escribo desde el despacho... en este enumerar de días que a veces se me antoja una especie de cuenta atrás esperando el viernes, para el lunes volver a empezar...


viernes como te decía y he amanecido nublada como el día... en el club de migrañosa que tenemos aquí montado, hoy estamos todas igual, así que será el día... yo ya me tomado mi enantyum acompañado del café con leche y de la media tostada con aceite y sal...


y ya hemos empezado a hacer cosas raras por aquí... del tipo de imprimir dos veces los correos electrónicos (digo yo que será para ver si duplicamos pedidos, porque no se me ocurre otra finalidad), y es que parece ser que en los diez minutos que he tardado en desayunar, había que abrir el correo... hay cosas tan urgentes que, sinceramente, me sobrepasan... y ridiculeces tales, que te juro de verdad que nos las entiendo...





pero el caso es que yo no venía a contarte las intrigas de este despacho... yo hoy venía a colgarte un poema que copié anoche, de la siempre genial anne sexton...


y es que, como bien sabes, llevo leyendo su poesía completa desde el día de mi cumpleaños... poco a poco (poemario a poemario) que de sobra sabes las manías que tengo, con respecto a como leer los tomos de poemas completos...


así que, como te decía, anoche copié un poema suyo... del primer poemario (que se titula: al manicomio y casi de vuelta) que contiene este precioso regalo (también de cumpleaños); un poema sobre palabras (que ya sabes cuanto me fascinan); un poema sobre lo que le dijo la poeta al analista...






dijo la poeta al analista

mi oficio son las palabras. las palabras son como etiquetas,
o monedas, o mejor, como abejas enjambradas.
confieso que sólo estoy destrozada por los orígenes de las cosas;
como si las palabras se contaran como abejas muertas en el ático,
desprovistas de ojos amarillos y sus alas secas.
tengo siempre que olvidar cómo una palabra es capaz de elegir
a otra, manejar a otra, hasta que tengo
algo que podría haber dicho...
pero no lo hice.

su profesión es vigilar mis palabras. pero yo
no admito nada. trabajo con lo mejor de mí,
por ejemplo,
si puedo escribir mi elogio a una máquina de monedas,
aquella noche en nevada: contando cómo el mágico jackpot
llegó repicando tres campanas, sobre la pantalla de la suerte.
pero si usted dijera que esto es algo que no es real,
entonces me debilitaría, recordando cómo mis manos
se sintieron raras y ridículas y llenas de todo
el dinero creíble.

anne sexton (al manicomio y casi de vuelta)
poesía completa





y ahora corto y cierro... que tengo la caja por hacer, albaranes que meter, y que descubrir qué correos hemos duplicado... para evitar incidentes, y que no hagamos dos veces el mismo trabajo...


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