sobre joseph conrad y su victoria...

viernes y en el despacho cayéndome de sueño... mala noche... una noche de extrañas pesadillas y de migraña que me ha vuelto a despertar a las seis de la mañana... pero ya estoy mejor, gracias... me he levantado, me he tomado el mismo coctel de anoche y me he vuelto a dormir... ahora como con niebla en la cabeza pero sin ese dolor que a las seis de la mañana amenazaba con volverme loca...


y tengo sueño y estoy cansada... y ayer la abuela bien, gracias... va por la residencia en plan greta garbo (como dice ella) con unas gafas de sol mías de esas grandes que me encantan, y parece una diva de incognito que no quiere ser reconocida... me contó que el médico que la operó le dijo que tenía unos ojos muy bonitos, y se ruborizó al decirmelo... como se ruboriza cuando me cuenta que el señor que va a leerles cuentos un día a la semana, parece que le lea a ella, y lo celosas que están las demás señoras por esa atención tan descarada...


y poco mas que contarte... aquí tengo la caja por hacer, una rma que pedir por internet, un par de mails a los que contestar que no tenemos el material que nos consultan, y que empezar a pensar en que esta tarde toca facturar...





pero yo hoy quería hablarte de la novela victoria de joseph conrad (ese conrad al que descubrí por tu culpa y que me tiene enamorada de sus letras y de sus historias)


y tenía la novela hace tiempo por casa (en la estantería de los dvds esperando el momento). la compré en esa librería que está en la esquina de parís con valencia, uno de esos días que pasé por allí camino de la residencia, y se quedó en la estantería... y leyendo el último relato de las deshoras de cortázar, contaba como habló de conrad una vez con bioy casares, y claro, ya antes de terminar los cuentos de cortázar, sabía que el siguiente libro que leería sería el de conrad...


y que te puedo decir de conrad que no sepas... a parte de que me ha tenido entretenida toda la semana con esta historia tan suya y con la que he sufrido tanto... la historia de axel heyst, gerente de una explotación minera en samburan, y de su relación con morrison (uno de los nuestros. propietario y maestro de nave del capricornio) que es malinterpretada por casi todo el mundo (no ignoran ustedes lo amable que es el mundo en sus comentarios acerca de lo que no entiende) sobre todo por culpa de schomberg (el gordo propietario del hotel local que no necesita pruebas para hablar mal de heyst, que el único mal que la ha causado ha sido no tenerle la consideración que el malvado y rencoroso dueño del hotel cree merecer) que después de una ofensa mas concreta, decide infringirle un mal desproporcionado al pobre heyst, contándoles sus mentiras a mr. smith y a martin ricardo (dos malos, malos, malos)


y me encantó la mujer de schomberg (una mujercilla silenciosa, asustada, de largos bucles, que le sonreía a uno estúpidamente, mostrando un azul diente cariado) y que no es lo que parece... y la historia de amor entre heyst y lena... y la delicadeza de davisson...


y el libro me hizo pensar en la maldad de los rumores, en como el malvado schomberg inventa historias sobre heyst sin apenas conocerle, historias sin ninguna base, pero que los demás creen, y que tienen funestas consecuencias... me hizo pensar en cuanta maldad hay en hablar de los demás sin saber nada de ellos, sea por maldad o por aburrimiento... y en que no podemos calcular la gravedad de las consecuencias...





una maravilla... (dicen que jack london dijo que se alegraba de estar vivo, aunque sólo  fuera por el mero hecho de poder disfrutar de la lectura de este libro)


una maravilla disfrutar, sufrir, suspirar y llorar con este libro, que me recordó porque me gusta tanto conrad y sus historias...


y antes de darle a publicar, déjame que te copie aquí una cita del libro... de lena... mi personaje preferido...






había él dado a su vida un sabor, un movimiento, una esperanza mezclada a amenazas que no sospechaba la joven que pudieran hallarse en aquella... o, cuando menos, que estuvieran al alcance de una muchacha desposada con la miseria, como ella era.

joseph conrad (victoria)





y ahora corto y cierro...

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