sobre miedos y vaticinios...

sábado y te escribo desde el despacho... mañana densa, complicada y larga (muy larga)... mañana que casi se termina... y después de una mañana densa, parece que esto despeja...


ya he hecho todo lo que tenía que hacer... incluso tengo clara la facturación, que haremos cuando cerremos... así que en un rato de calma, con los deberes hechos y el teléfono que parece que se ha quedado dormido después de sonar mas que demasiado esta mañana de sábado, aquí me tienes...


pretendía retomar el hilo de mis recuerdos de papel... pero acabo de leer en el país el enésimo artículo que vaticina el fin del libro... un buen artículo, no lo negaré, que habla del final de la cultura impresa como si fuera algo ya definitivo, decidido y mas que inminente... y puede que esté pecando de ingenua (o de esperanzada) pero, lo siento, no me lo creo (o no me lo quiero creer, la verdad es que no lo sé)


siempre he sido de esas que necesitaban estar a la última de la última en cuanto a tecnologías varias... supliqué y supliqué a mis padres cuando era joven (y mi economía era precaria) que me comprasen un portatil, mientras pasaba a limpio mis relatos con mi máquina de escribir (aquella que me compré después de ahorrar durante meses) suspirando por un portatil que me permitiera escribir mejor, y mas rápido, y lo conseguí al fin, cuando cumplí los veinticinco años... me pasé sin ningún tipo de trauma del walkman al diskman y del diskman al ipod, encantada de poder meter tantas canciones en un aparatito tan pequeño... dejé de comprar cds físicos para comprarlos (sí, comprarlos... soy de esas convencidas de que los vicios hay que pagarselos) de manera virtual en la tienda del itunes, aunque admito que de vez en cuando, algún cd físico me compró cuando voy a la fnac... no tengo ningún tipo de problema en cambiar de teléfono móvil cuando el que tengo empieza a dejar de funcionar (la única manía que tengo al respecto es que prefiero que sea un nokia); y aunque admito que pasar de las cámaras de fotos analógicas a las digitales me supuso un pequeño trauma (por aquello de que no es lo mismo, eso de enfocar, encuadrar, pensar, medir y calcular la velocidad y la apertura del diafragma, contando con un carrete de apenas veinticuatro fotos o treinta y seis, que no sabías como había quedado hasta que lo llevabas a revelar, que poder hacer mil doscientas cincuenta y cuatro fotos y verlas al momento, y borrar las que no te gustan o retocarlas en el momento con programas de retocado simples y fáciles de usar que mediante filtros varios, nos convierten a todos en artistas de la fotografía sin necesidad de estudiar ni de practicar), la verdad es que a día de hoy compagino las cámaras digitales con aquella reflex con la que estudié fotografía en su día...


así que como ves no tengo reparos ante las tecnologías... admito que mandar mails es más cómodo, más rápido y mucho más inmediato que escribir cartas... adoro los dvds, y no echo de menos las cintas de video (ni las beta ni las vhs), tengo una nintendo ds para jugar al supermario, tengo una playstation para matar marcianos (y ver dvds) y como toda persona tecnológica que se precie uso el microondas para calentar la leche en vez de usar un rudimentario cazo... tengo internet en el móvil... me escribo por wasap con mis amigas y con mis hermanas... en fin que adoro las tecnologías, no lo puedo evitar, pero tengo que admitir que hay algo que no he comprado, y que aunque me tienta (por esa parte de mí que adora las nuevas tecnologías y sus distintos gadgets) me resisto a comprar... el e-book... claro...


y es que, aunque no me creo el fin de los libros tal y como los conocemos (se me antoja una especie de fin del mundo rollo madmax en el que no habrá gasolina ni librerías dónde ir a pasar la tarde cotilleando por sus estanterías para poder llevarte tesoros a tu casa y ponerlos en tus estanterías (o en mi caso en los montones que voy creando en cualquier rincón de mi casa) no quiero contribuir a ello...


y aunque en el artículo que te digo, parecen muy convencidos de que esto se acaba, permíteme que te diga que eso no es verdad... como creyente de esa extraña religión que considera los libros objetos de culto... como enamorada de los libros en toda la extensión de la palabra... porque me gustan sus formas, me encantan los de bolsillo y los de tapas duras y los que no son de bolsillo exactamente pero que tienen las tapas blandas... me encanta tocarlos, cogerlos, llevarlos, traerlos, mirarlos, remirarlos, comprarlos, amontonarlos, regalarlos, abrirlos, cerrarlos, leerlos, releerlos, buscarlos por internet o por mis estanterías... en fin, que los amo... déjame que siga pensando que por muchos e-books que inventen y por mucho que te quepan mil millones de libros dentro de un e-book en tu bolsillo, seguirá habiendo locos y locas como yo, que seguiremos comprando libros de papel, y acumulando nuestros recuerdos en nuestras estanterías... como se ha hecho toda la vida...


No hay comentarios:

Publicar un comentario