sobre páginas de amor...

martes... en el despacho...


ayer tuve un día de locos... tan de locos que ni me pude pasar por aquí... día de jefecilla con plenos poderes... con llaves y sin apoyo de ningún tipo... bueno sí... con apoyo... que sino llega a ser por una de mis compañeras ni un café me hubiese tomado... por suerte me miman, así que me tomé tres cafés y hasta una madalena...


hoy martes, pero un martes extraño porque ayer no parecía lunes...


y hoy quería hablarte de una página de amor... la última entrega que he leido de la serie de los rougon-marquart de zola... la protagonista es helene (elena según mi traducción) hija de úrsula (que era hija de adelaida y de marquart; y que se casó con mouret y se fue a vivir a marsella), hermana de silvere (ese que se enamoró de miette) y de françois mouret (el de la conquista de plassans, padre de octave mouret, el que después se enamorará de denise en el paraiso de las damas, lo que lo convierte en sobrino de elena)


elena que se casa a los diecisiete años con grandjean y que enviuda al llegar a parís, quedándose sola con su hija jeanne (juana, según mi traducción, claro)


y así la encontramos al principio de la novela... sola en parís, con su hija enferma (herencia de su abuela materna), y buscando desesperada a un médico encuentra al doctor deberle y complicaciones a la vida tranquila que hasta entonces tenía...


y así nos la describe zola en las primeras páginas de su historia:



jamás había visto una belleza tan correcta. alta, magnifica, era una juno de pelo castaño con reflejos de oro. cuando volvía lentamente la cabeza, su perfil adquiría una pureza grave, de estatua. sus ojos, grises, y sus blancos dientes le iluminaban la cara. tenía la barbilla redonda y un poco fuerte, lo que le daba un aspecto juicioso y firme. pero lo que sorprendía al doctor era la soberbia desnudez de esta madre. el chal se había escurrido más todavía, descubriendo el pecho y mostrando los brazos, que quedaban desnudos. una gran mata de pelo, color de oro bruñido, caía sobre sus hombros y se perdía entre los senos. pese a su falda mal sujeta, estando despeinada y sin arreglar, conservaba una majestad, una altivez honesta y un pudor que la mantenían casta bajo aquella mirada de hombre, en la que se acrecentaba una gran turbación.


como no va a enamorarse de ella el buen doctor (que por cierto está casado y tiene un hijo)? y además de a elena y al doctor deberle, zola nos regala una galeria de secundarios (y no tan secundarios) inolvidables... como juana (la hija enferma y celosa de la pobre elena) y julieta (la preciosa esposa del buen doctor, que se hace amiga de ella) y esos dos hermanos que se encargan de elena desde que llegó a parís y se quedó viuda, el reverendo jouve y el señor rambaud... y rosalía, la criada y su precioso romance con el soldadito que ha venido desde su pueblo y que pide permiso para festear con ella en la cocina los domingos...


una página de amor, tan preciosa y dolorosa como suelen ser las páginas de zola... que me sigue fascinando con ese mosaico de obras independientes pero enlazadas unas con otras...





y corto y cierro, que es martes, y como ayer fui jefecilla tengo mil cosas que hacer, que ayer no tuve tiempo y hoy hay prisa...








y nada diré de los campeones de la roja... esos heroes nacionales que dicen las malas lenguas que cobrarán sus primas millonarias en polonia para no pagar impuestos... claro que viendo lo contentos que estamos todos, igual es que han pensado que ya no hay crisis, y que su contribución a la malparada economía nacional no es necesaria... tampoco diré nada de ese empeño que tiene el gobierno de la comunidad de cambiarnos las palabras, porque después de los incendios hemos aprendido que reducir a menos de la mitad los efectivos, no es recortar: es optimizar recursos... y yo no sé a ti... pero a mí es que se queda cara de tonta... porque de verdad me pregunto si lo que pretenden conseguir es que al final no nos creamos nada de lo que nos cuenten...

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