sobre orlando...

viernes, en el despacho y tecleando...


hoy vengo con los deberes hechos; mira la hora que es y yo tengo la mesa despejada, la caja hecha, los pedidos pasados, los albaranes metidos, y sigo al día con los pagos y los cobros... y los días de jefecilla se acaban... el jefe llega ya mañana y yo podré devolver las llaves del castillo y llegar cinco minutos tarde si me quedo dormida por la mañana, y no me despertaré varias veces durante la noche por la angustía que me produce llegar tarde cuando tengo las llaves...


claro que el sábado no será un sábado tranquilo... con las nuevas medidas del gobierno, a parte de la tristeza, la pena y el miedo, tendremos un poquet mes de feina... por si nos aburríamos trabajando en julio...


pero hoy me vas a permitir que cambie de tema... porque desde el miércoles estoy monotemática, y la verdad es que necesito cambiar de tema, desvariar un poco y después si eso seguir dándole vueltas a lo que en realidad nos preocupa a todos...


y como te decía, hoy me vas a permitir que cambie de tema y que te cuente que la semana pasada estuve releyendo el orlando de virginia woolf...





pues sí... he estado releyendo el orlando de la woolf... alucinando como la primera vez que lo leí... porque me parece alucinante que esta mujer sea capaz de escribir una novela en forma de biografía... una biografía que abarca mas de trescientos años...


(y si no te has leido el orlando de la woolf y pretendes hacerlo, te aconsejo que dejes de leerme en este momento, o no me hago responsable de lo que se me pueda escapar del libro)


porque ya no sólo es alucinante que la woolf escriba una biografía que empieza en la época isabelina y que termina en mil novecientos veintiocho (en la campanada duodécima de la media noche del jueves once de octubre del año mil novecientos veintiocho... para ser exactos); lo que de verdad me parece maravilloso es que orlando (he -for there could be not doubt of his sex («él -porque no cabía duda sobre su sexo») que así empieza la woolf a contarnos esta historia) a mitad novela experimente un cambio (y me vas a dejar que te copie ese momento mágico, que para mí es uno de los momentos mágicos e inolvidables que nos regala la literatura)






y orlando se despertó. se estiró. se paró. se irguió con completa desnudez, ante nuestros ojos y mientras las trompetas rugían: verdad! verdad! verdad!

debemos confesarlo: era una mujer.

virginia woolf (orlando)  


en fin... magia...


y al releerlo recordé como los ojos se me había abierto... como lo leí tres veces para estar segura de lo que acababa de leer... y no pude evitar volver a sonreir con la misma sonrisa de entonces, pese a los años que han pasado desde aquella primera vez...


y es que, si siempre es un placer leer a virginia woolf, admito que releerla tiene un algo que me encanta...








y no diré nada de la explicación que nos han dado para ese quesejodan que se le escapó el otro día a una señorita a la que una le supondría una mejor educación de la que ha demostrado... una explicación, que yo no sé tú, pero que a mí no me cuadra... y quizás es que ya no me creo nada... o quizás es que sé que ni por esas se dimite en este país, donde veintemil personas son pocas personas y se puede hacer un gesto tan feo como ese y solucionarlo pidiendo un perdón a medias que nadie se cree (para que negarlo)... claro que después de los aplausos, yo ya me creo cualquier cosa de nuestra clase dirigente (y digo clase usando el término que creo justo para definir la situación actual)


y estamos a viernes (que suelen ser de recortes) y me pregunto si después del palo del miércoles, éste nos toca descansar o si nos van a dar mas motivos para dejar de creer definitivamente en el sistema...

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