miércoles

miércoles y sigo en el despacho...


te cuento que tengo menos papeles que ayer encima de la mesa... conseguí ir haciendo poco a poco todo lo que tenía que ir haciendo... ahora a recomenzar, como cada día, aunque ya ves la hora y admito que me acabo de sentar en la mesa... y es que hoy estoy de jefecilla improvisada, y además han surgido un par de imprevistos que ya están solucionados... así que miércoles y cayéndome de sueño... que anoche nos fuimos de cena de chicas las amigas y aunque como era martes nos habíamos prometido entre nosotras que nos retiraríamos a una hora prudente, lo cierto es que nos dieron las campanadas de la cenicienta y nos pillaron todavía sentadas en una mesa de una terracita, tomándonos los cafés (descafeinados, claro)


así que he necesitado un café (con cafeína por supuesto) para poder empezar a escribir esto, y me releo y me pregunto adonde pretendo llegar... pero lo cierto es que no pretendo llegar a ningún sitio... sólo escribir por escribir... ya sabes...





leí hace unos días en el octaedro de cortázar (un libro de ocho relatos,como sugiere el título) en el relato titulado manuscrito hallado en un bolsillo... una cita que se ha quedado conmigo...



ya era de noche y el aire estaba helado, con algunos copos de nieve entre ráfagas y llovizna; sé que ana no tuvo miedo cuando me puse a su lado y le dije: "no puede ser que nos separemos así, antes de habernos encontrado".


y es que es curioso como los libros nos hablan de cosas sin llegar a hacerlo... en el relato de cortazar, el narrador juega a un extraño juego en el metro de parís... un juego en el que una sonrisa en un reflejo da la excusa para seguir a las desconocidas esperando que elijan los caminos escogidos de antemano... pero una rúptura en el juego... un impulso incontrolable, hace que surja este relato, que admito que me encantó...


y pienso que es curioso, porque aunque no de manera tan obvia, cierto es que nos ponemos reglas sin darnos cuenta... que quizás dejamos al azar una parte importante de nuestras historias... quizás para seguir creyendo en la magia... quizás para poder echarle las culpas a la casualidad o al destino en el caso de que el camino escogido sea al final el equivocado... pero lo mejor seguramente es que incluso partiendo de que somos nosotros mismos los que imponemos las reglas de un juego que jugamos en secreto, no podemos evitar romperlas en un momento dado...


el caso es que me gustó esa frase maravillosa, eso de no puede ser que nos separemos así, antes de habernos encontrado...


y seguiría tecleando... pero estoy trabajando... hay mails que abrir... consultas que resolver... y el teléfono, que no sé cuantas veces me ha interrumpido desde que he empezado...





pero antes de darle a publicar, déjame que te cuente una tontería que me ha hecho sonreir de buena mañana: ha entrado un señor mayor en la tienda... mirando a su alrededor como hacen los turistas... se ha acercado al mostrador y ha dicho que esto había cambiado mucho... que hacía muchos años que no venía, porque ahora vive en otra ciudad, y que él venía antes mucho, cuando el anterior dueño (mi abuelo) aún vívia... se ha dado una vuelta por entre los escaparates y se ha ido sin comprar nada... y esta historia no tendría sentido (probablemente no lo tenga de todas maneras) sino fuera porque mientras él salía, salíamos mi hermana y yo a desayunar, y en la puerta le esperaba la que parecía su señora esposa y él le ha dicho: "esta era la tienda que te decía... a la que venía cuando era joven casi todas las semanas a comprar cosas"


y te parecerá una tontería... pero a mí me parece precioso ser parte del recuerdo que alguien tiene de esta vieja ciudad...


en fin... corto y cierro, que el post es largo, disperso y mis obligaciones me reclaman sin remedio...




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