y después del libro de nina lykke, me releí "praderas" de louise glück (ya sabes, la última premio nobel) y me volvió a encantar...
y es que estas "praderas" son una odisea, con su penélope, su telémaco, su circe y sus sirenas... pero también con una historia de amor que se acaba, o que se ha acabado, o que terminó hace tiempo... dos realidades que se van mezclando, como se mezcla la espera de penélope, con los rencores de telémaco y los celos de circe... se mezcla con ese pedir deseos que no sólo no tienen porque ser concedidos, sino que a veces no son los que uno esperaría que otro pidiera en determinado momento...
la primera vez que me leí estas "praderas" (es curioso como hay determinados libros que sabemos cuando y donde nos leímos) fue en un autobús (en realidad en dos autobuses distintos) volviendo de la residencia nueva de la abuela, un día que antes de ir a verla pasé por mi librería favorita a recoger un pedido que incluía este libro... no recuerdo por qué fui sola (porque a la residencia nueva no suelo ir sola, porque está lejos y hay que coger dos autobuses para ir y otros dos para volver...), pero sí que recuerdo que ya en la parada del autobús estuve decidiendo cuál de los libros que acababa de recoger me podía leer mientras esperaba y durante el trayecto y recuerdo que ese juego con la odisea me fascinó...
(porque ya sabes que yo hace muchos años intenté escribir mi particular odisea con calipso como protagonista)
el caso, que este libro me encantó en su día, y ha sido un verdadero placer releerlo, esta vez en el sofá, sin tener que estar pendiente de bajarme en mi parada y de tener que mirar de reojo si viene el siguiente autobús...
y ha sido un placer comprobar que me sigue encantando esta versión de glück de la odisea con sus esperas, sus rencores, sus celos y sus deseos pedidos a mariposas...
y como muestra, te copio el poema "partida"...
Partida
La noche no es oscura; el mundo es oscuro.
Quédate conmigo un poco más.
Tus manos sobre el respaldo de la silla:
eso es lo que recordaré.
Antes de eso, me acaricias ligeramente los hombros.
Como un hombre aprendiendo a esquivar el corazón.
En la otra habitación, la sirvienta discretamente
desconecta la luz que uso para leer.
Esa habitación con sus paredes de caliza:
qué impresión tendrás de ella, me pregunto,
una vez empiece tu exilio? Creo que tus ojos
buscarán su luz en lugar de la luna.
Aparentemente, tras tantos años, necesitas
distancia para que su intensidad sea evidente.
Tus manos sobre la silla, acariciando
mi cuerpo y la madera exactamente de la misma forma.
Como un hombre que quisiera sentir nostalgia otra vez,
que estimase la nostalgia más que cualquier otra emoción.
En la playa voces de los agricultores griegos,
impacientes ante el amanecer.
Como si el alba fuera a transformarlos
de agricultores en héroes.
Y, antes de eso, me abrazas porque te marchas:
esto que haces son declaraciones,
no preguntas que busquen una respuesta.
Cómo voy a saber que me amas
si no veo que me llores?
Quédate conmigo un poco más.
Tus manos sobre el respaldo de la silla:
eso es lo que recordaré.
Antes de eso, me acaricias ligeramente los hombros.
Como un hombre aprendiendo a esquivar el corazón.
En la otra habitación, la sirvienta discretamente
desconecta la luz que uso para leer.
Esa habitación con sus paredes de caliza:
qué impresión tendrás de ella, me pregunto,
una vez empiece tu exilio? Creo que tus ojos
buscarán su luz en lugar de la luna.
Aparentemente, tras tantos años, necesitas
distancia para que su intensidad sea evidente.
Tus manos sobre la silla, acariciando
mi cuerpo y la madera exactamente de la misma forma.
Como un hombre que quisiera sentir nostalgia otra vez,
que estimase la nostalgia más que cualquier otra emoción.
En la playa voces de los agricultores griegos,
impacientes ante el amanecer.
Como si el alba fuera a transformarlos
de agricultores en héroes.
Y, antes de eso, me abrazas porque te marchas:
esto que haces son declaraciones,
no preguntas que busquen una respuesta.
Cómo voy a saber que me amas
si no veo que me llores?
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