25 de octubre...

y mientras me leía a los dos últimos ganadores del nobel, me fui leyendo en la cola del banco el libro "tres poetas expresionistas alemanes", una antología de la hiperión que tiene poemas de stadler, heym y trakl... 

y la verdad es que yo no quería comprarme este libro... yo encontré por internet un libro que se titulaba "tres poetas expresionistas alemanas", pero la "a", era una errata, y lo que me llegó fue este libro de "tres poetas expresionistas alemanes"... que admito que no habría comprado de haberlo sabido... pero el mal ya estaba hecho, el error cometido, y el libro ya estaba en el despacho y ahí se quedó, como recordatorio de que hay que investigar un poco antes de pedir por internet un libro desconocido... 

y ahí estaba el libro que compré por error, en el despacho, y yo me tenía que ir al banco y no tenía ningún libro en el bolso para que me hiciese compañía, pero como tengo libros por todas partes por si acaso, y en el despacho además de este tengo varios, pues lo cogí, lo metí en el bolso, y me lo fui leyendo en las distintas colas que tuve que hacer la semana pasada...

y como no sé hablar de poesía, me vas a permitir que te copie tres poemas (uno de cada poeta)


      A la belleza

      Así hemos perseguido tus milagros
      como los niños que, embriagados por el brillo del sol,
      con una sonrisa en la boca, llena de dulces miedos
   
      y completamente sumergidos en el remolino de la luz dorada
      salían corriendo desde los portales nocturnos del gris anochecer.
      A lo lejos se ahogaba en humo la gran ciudad,
   
      la noche asciende fresca, tiritando, de marrones abismos.
      Ahora ponen temblando las mejillas ardientes
      en hojas húmedas que gotean de oscuridad
   
      y sus manos tantean llenas de deseos
      por arriba el último fulgor del día de verano
      que desapareció tras los rojizos bosques-
   
      su llanto silencioso nada y muere en la oscuridad.


Ernst Maria Richard Stadler      




      Atardecer

      El día está anegado de púrpura arrebol. 
      El río fluye blanco en la quietud inmensa.
      Una vela se acerca. Sobre el barco, al timón
      se recorta la alta silueta del marinero.
   
      Sobre todas las islas se alza la selva del otoño
      con las cabezas rojas en el claro espacio.
      Y del oscuro fondo de los desfiladeros surge,
      como un sonar de cítaras, la música del bosque.
   
      Allá abajo, hacia el este, la oscuridad irrumpe 
      como el vino azul sale de un ánfora volcada. 
      Y a lo lejos, envuelta en negro manto,
      se vergue la alta noche sobre el coturno de la sombra.



Georg Heym      




      Mi corazón de noche

      Se oye de noche el estruendo de los murciélagos. 
      Dos caballos negros saltan por el prado. 
      Crujen los rojos arces.
      Al viajero se le aparece la pequeña posada.
      Delicioso el vino joven con las nueces.
      Delicioso: vacilar ebrio por el bosque que se oscurece.
      Suenan campanas tristes entre las negras ramas.
      El rocío gotea sobre el rostro.



Georg Trakl
   
         

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