viernes (por fin!) y te escribo desde el despacho... y ya son casi las once y yo no he hecho casi nada...
pero es viernes y ya tengo el tres cuarenta y siete casi para ser entregado (parece como si el dichoso tres cuarenta y siete se hubiese llevado esta semana, ya que poquito más he hecho a parte de contestar e-mails, enviarlos y llamar por teléfono, llamar mucho por teléfono...)
pero es viernes y yo venía a contarte que me empecé a leer la pasión de israel, y digo empecé, porque este libro de nelly sachs (ya sabes, una de esas mujeres que ganaron el nóbel), que encontré de segunda mano, contiene una obra de teatro y dos poemarios; y yo de momento (mira que me gusta tener libros empezados...), sólo me he leído eli, la obra de teatro (aunque si fuese totalmente sincera te diría que los dos poemarios ya me los leí hace años, primero en viaje a la transparencia, que contiene su obra completa; y más tarde en las pocas antologías de ella que he ido encontrando...), pero planeo releer en breve los dos poemarios...
y esta obra de teatro que nelly sachs sitúa en una época muy concreta: después del martirio, nos irá contando distintas historias en distintas escenas...
y te voy a copiar casi entera la primera escena, que sucede en la plaza del mercado de una pequeña ciudad provinciana de polonia, donde se han reunido unos cuantos supervivientes del pueblo judío. las casas que hay alrededor están en ruinas. un pozo en el centro, frente al cual trabaja un hombre puliendo y colocando tuberías...
el hombre que pule y coloca tuberías es samuel, el abuelo de eli... y lo sabemos por la conversación que mantienen la lavandera y la panadera...
lavandera, lleva un cesto con ropa blanca. en tono de canto
vengo de la lavandería, de la lavandería
lavé ropa de muerto,
lavé la camisa de eli,
lavé sangre, lavé sudor,
sudor de niños -lavé muerte.
(al que coloca las tuberías.)
lo traigo para ti, samuel,
lo llevo por atajos, para la noche,
donde los murciélagos hojean en el aire,
como yo hojearía en la biblia,
para buscar la elegía; allí sale humo,
allí arde y caen piedras.
te traigo la camisa de tu nieto,
la camisa de eli.
panadera
cómo fue, gittel, que enmudeció?
lavandera
fue por la mañana, cuando buscaron al hijo,
le arrancaron de la cama, del sueño.
como anteriormente arrancaron
la puerta del cofre de los misterios en el templo
-protégete, protégete-
así le arrancaron del sueño.
rhali, su mujer, también la arrancaron del sueño,
la empujaron hacia adelante por el atajo,
el atajo, donde se sentó la viuda rosa,
en la esquina, en la ventana,
y contó como sucediera
antes de que le cerraran la boca,
con un espino, porque su marido era jardinero.
eli corrió en camisa de noche tras sus padres,
en la mano el silbato,
con el que silbó a los prados,
a los corderos, a los becerros
-y, samuel, el abuelo, corrió
tras su nieto-.
y cuando eli vio,
vio con sus ojos de ocho años,
cómo empujaban a sus padres,
se puso el silbato en la boca y silbó.
y no silbó
como se silba al ganado o en el juego,
decía la viuda rosa, cuando todavía vivía,
echó atrás su cabeza,
como los ciervos, como los corzos
antes de beber en la fuente.
elevó su silbato al cielo,
silbó hacia dios, eli,
decía la viuda rosa, cuando todavía vivía.
panadera
vamos de aquí, gittel, que no oiga;
el mudo oye nuestra conversación.
si no ha de absorver nuestras palabras como una esponja,
nada puede expulsar de su cuello,
oprimido por la muerte -van hacia un lado-.
lavandera
en el grupo iba un soldado
miró en torno suyo, a eli,
como silbaba éste hacia el cielo,
le golpeó mortalmente con la culata de su fusil.
el soldado era joven todavía, muy joven,
dijo la viuda rosa.
samuel tomó el cadáver,
lo colocó sobre un poyo,
y enmudeció.
nelly sachs (eli)
y después de copiarte esta historia, no puedo decir más... solo puedo cortar y cerrar...
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