miércoles y te escribo desde el despacho... y hoy puedo decirte definitivamente, que el nuevo sistema informático no es que no me guste (que no me gusta) es que no me deja usarlo... así que ni tengo la caja hecha, ni confirmadas las facturas que senté ayer por la tarde, ni puedo hacer los talones que vencen la semana que viene, ni ponerme con los pagos y los cobros por aquello de ir haciendo algo... así que visto que, hasta que no se solucionen los problemas técnicos que el nuevo programa informático ha generado, poquito puedo hacer... pues he abierto el editor de lda y me rebusco las palabras para ver que te puedo contar este miércoles por la mañana...
así que tiro del hilo de mis lecturas, y hoy te cuento que sigo con la lectura de la antología la escuela de wallace stevens, y que en esa antología he tenido el placer de conocer a dos nuevos poetas: james merrill y a. r. ammons...
pero como yo (de sobra lo sabes) de poesía no sé hablar, lo que voy a hacer es copiarte dos poemas, uno de cada uno de estos dos poetas...
y el primero es un poema de james merrill, que ya sólo leyendo el título, entenderás porque me gustó...
para proust
siempre algo regresa y permanece
inestable en la suma dolida de las cosas.
después de medianoche, pides tus cosas.
vuelves al mundo que te pertenece.
tomas aire en el hotel iluminado,
tu esbelta cuchara amarguras agita.
toma tu brazo leal y jacques tu abrigo. gravita
el rumor: en boca de todos tu nombre es murmurado!
te abres paso en un cuarto asfixiante (atestado,
orquesta, candelabros, palmas y más palmas,
la disputa y la fragancia) hasta sentir en tus palmas
la humedad por temor a que no esté quien siempre te ha esperado.
pero allí está: a primera vista, sentada
una niña, con flecos sobre la otomana.
en tono de reproche, de su voz baja emana
su comprensión por tu salud quebrantada.
y tú, porque tu tiempo se acaba, reír
es tu negación y comienzas a expresar
tus preguntas. ella solía tararear
la breve frase sin la cual no podrías dormir
sin oírla otra vez. desde el día que había jurado
regresar, y nunca volvió, evasiva después,
hablaría con verdad veinte años después,
con amorosa bondad que había negado?
te ofrece la mirada que anhelabas, clara,
directa: «mon ami, qué pudimos del todo
en esos años compartir?» mas, de su cabello,
un largo rizo blanco caía ya en su cara.
y en eso se levanta. aunque dolido,
la dejas ir -lo amado siempre debe partir.
y qué de aquella frase? vuelves a exprimir,
como hojas en oscuro té, las notas y el olvido,
que extrañamente te dicen lo que debes hacer.
desde donde has venido, escalera arriba, ido
todo entender, cargado lo vivido,
tus anchos ojos de judío, profundos en su ver,
avanzas hacia un cuarto sin altura
y te detienes allí, más allá de lo escuálido
de la tos o la gardenia, erguido y pálido.
todo lo demás será literatura.
si la búsqueda detienes, en este tiempo extraviada,
una anciana mujer las cortinas cerrará.
leerá una línea o dos... luego partirá.
el mundo se habrá puesto su fina máscara dorada.
james merrill
y el segundo de a.r. ammons (archie randolph, por si te estabas preguntando como yo hace unos días a qué correspondían esas iniciales...), porque de alguna manera que no te sé explicar, me recordó a una de mis partes favoritas de los cuatro cuartetos de eliot...
guía
no puedes alcanzar la unidad y permanecer materia:
en tal percepción no hay un preceptor:
cuando la alcanzas
has ido demasiado lejos:
en el oriente estás en la boca de la muerte:
no puedes
retroceder
en lo absoluto: no hay entradas ni salidas
ni precipitaciones de formas
para utilizar a modo de tenazas y asir lo amorfo:
no hay libertad para elegir:
para ser
tienes que dejar de no-ser y romper con
lo que es para fluir y
este es el pecado que lamentas y alabas:
el origen es tu pecado original:
el regreso que anhelas aliviará tu culpa
y alcanzarás tu anhelo:
el viento que es mi guía dijo:
debería haber sabido
ceder todo al ser eterno menos
el rumbo:
cómo dije puedo estar alegre y triste: pero el hombre
se apoya en un pie y luego en el otro:
sabiduría sabiduría:
estar alegre y triste a la vez es también unidad
y muerte:
sabiduría sabiduría: el durazno en flor florece en un árbol
particular en un día particular:
nada hay que la unidad alcance:
son estos pensamientos los que quieres que piense pregunté pero
el viento se había ido y ya no había más conocimiento.
a.r. ammons
y ya tengo otros tres poetas que presentarte, de esta antología, que me está encantando... pero eso será dentro de unos días... que ya sabes que una de mis manías más arraigadas es tirar del hilo de mis lecturas de forma ordenada...
corto y cierro... mañana, si me dejan, vuelvo...
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