sobre lo que me trajeron los reyes (o la guerra no tiene rostro de mujer...)

jueves y como sigo sin poder hacer nada porque el programa nuevo de la contabilidad no acaba de funcionar (y no te imaginas cuanto me alegro en este momento, de haber puesto como única condición al cambio de programa informático, que me dejasen cerrar el iva y el año pasado con mi programa antiguo y no hacer ningún tipo de cambio antes del día veinticinco), pues una mañana más abro este editor dispuesta a teclear...

así pues, tecleo y hoy te cuento que me encantó lo que los reyes me trajeron... la guerra no tiene rostro de mujer, de la última premio nobel svetlana alexievich... un libro tan impresionante que la verdad es que no sé que contarte... 




-según los estudios históricos, desde cuándo han formado parte las mujeres de ejércitos profesionales?

-ya en el siglo IV a.c., en atenas y esparta, las mujeres participaron en las guerras griegas. en épocas posteriores, también formaron parte de las tropas de alejandro magno.

el historiador ruso nikolái karamzín escribió sobre nuestros antepasados: «en ciertas ocasiones, las eslavas se unían valientemente a sus padres y esposos durante las guerras. por ejemplo, durante el asedio de constantinopla en el año 626, los griegos descubrieron muchos cadáveres, de mujeres entre los eslavos caídos en combate. además, una madre, al educar a sus hijos, siempre les preparaba para que fueran guerreros».

svetlana alexievich (la guerra no tiene rostro de mujer)



y así empieza el prólogo de este libro... y continúa... 




la persona es más que la guerra

(extractos del diario de este libro)

los millones caídos en balde abrieron una senda

en el vacío...


osip mandelshtam

1978-1985

escribo sobre la guerra...

yo, la que nunca quiso leer libros sobre guerras a pesar de que en la época de mi infancia y juventud fueran la lectura favorita. de todos mis coetáneos. no es sorprendente: éramos hijos de la gran victoria. los hijos de los vencedores. que cuál es mi primer recuerdo de la guerra? mi angustia infantil en medio de unas palabras incomprensibles y amenazantes. la guerra siempre estuvo presente: en la escuela, en la casa, en las bodas y en los bautizos, en las fiestas y en los funerales. incluso en las conversaciones de los niños. un día, mi vecinito me preguntó: «qué hace la gente bajo tierra? cómo viven allí?». nosotros también queríamos descifrar el misterio de la guerra.

entonces por primera vez pensé en la muerte... y ya nunca más he dejado de pensar en ella, para mí se ha convertido en el mayor misterio de la vida.

svetlana alexievich (la guerra no tiene rostro de mujer



y como me pasó con sus voces de chernóbil, no sé como calificar este libro... no es una novela, no es un ensayo, no es coral; es simplemente (con toda la grandeza que esconde esta palabra) un testimonio... en realidad muchos testimonios... muchas historias en distintas voces que nos cuentan una guerra que los libros no nos suelen contar... y es que como la propia alexievich dice:




no escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. no escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. soy historiadora del alma. por un lado, estudio a la persona concreta que ha vivido en una época concreta y ha participado en unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona al ser humano eterno. la vibración de la eternidad. lo que en él hay de inmutable.

svetlana alexievich (la guerra no tiene rostro de mujer



y para ello, la autora estuvo años (casi veinte años) buscando y entrevistando a mujeres rusas que estuvieron en la segunda guerra mundial... una tarea difícil... al principio porque no le resultó fácil encontrar a estas mujeres de las que la historia no nos habla; después porque se llamaban unas a otras, porque le daban nombres y direcciones, o daban su nombre y su dirección a otras mujeres, y los testimonios iban llegando, y no debió de ser fácil gestionar los sentimientos que las conversaciones con estas mujeres provocaron... pero como dice una de ellas: "recordar asusta, pero no recordar es aún más terrible."

y te diré (aunque ya te lo he contado, déjame que te lo vuelva a contar...) que sorprendentemente llevé muy bien la lectura de este libro... leía con aparente distancia, sin dejar que las historias que la alexievich me contaba en las voces de estas mujeres me afectaran... y leí así las primeras ciento cincuenta páginas (ciento cincuenta y dos, para ser exacta... y entonces leí la carta que le envió una soldado de transmisiones, que dice: 




«no tengo grandes condecoraciones, tan solo unas medallas. no sé si mi vida le parecerá interesante, pero me gustaría contársela a alguien...»

v. vóronova,

soldado de transmisiones



y lloré (como estoy llorando mientras escribo esto), y tuve que dejar el libro y llorar todo lo que llevaba leído... y a partir de ahí, las compuertas estaban abiertas, y seguí leyendo el libro sin dejar ya de llorar... 

y recuerdo la historia de una de las mujeres, que cuenta que los alemanes cogieron a su madre y la usaban (junto con los familiares del resto de sus compañeros) a modo de escudos humanos cuando iban a atacar... recuerdo la historia de la enfermera ante la que un hombre se arrodilló muchos años después de la guerra, en una estación, para darle las gracias por salvarle... recuerdo la historia de la mujer que arrastró a dos heridos y en un momento dado, se dio cuenta de que uno de ellos era alemán, y después de dudar si abandonarlo, siguió arrastrándolo junto al soldado ruso...

recuerdo muchas de las historias que estas mujeres le contaron a svetlana alexievich y que gracias a ella, ahora yo también conozco... y le doy las gracias a ella por recoger estos testimonios y contarnos que la guerra no tiene nombre de mujer... y te doy las gracias a ti, porque este es uno de esos libros que inevitablemente te cambian... porque sé que no volveré a ser la misma después de haber estado en la guerra junto a esas mujeres... 

gracias...



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