sobre voces de chernóbil (o la voz de la última premio nóbel...)

martes y te escribo desde la caja... y te preguntarás que cómo es que sigo en la caja pasadas las diez y media de la mañana, teniendo en cuenta como está mi mesa y todo lo que podría haber hecho en esta hora y media?... pues porque todo da igual, y al parecer aquí carecemos de lógica... o porque como yo estoy siempre aquí, y al final siempre acabo sacando la faena, los demás creen que pueden hacer lo que les de la gana... y porque al final nunca pasa nada...

en fin, que como harás deducido estoy cansada y molesta, pero circunstancias mandan, así que visto que desde aquí ya he hecho todo lo que podía hacer de momento, he decidido abrir el editor y contarte algo...

así que hoy te cuento que me estuve leyendo voces de chernóbil, lo único que, de momento, he sido capaz de encontrar traducido al castellano de la última premio nóbel de literatura, svetlana alexievich...

sí, soy de esas... soy de las que si en general suelen tener curiosidad por leer algo del último nóbel, cuando el nóbel es para una mujer (nada frecuente, aunque algunas voces hablen de lo contrario, obviando los datos), mi curiosidad deriva en obsesión, y no paro hasta encontrar algo...

esta vez fue fácil de encontrar, ya que en el mismo e-mail en el que la casa del libro me contó que le habían dado el nóbel a esta periodista bielorrusa; me ofrecían mandarme a casa este libro maravilloso, y sin portes... así que resistí la tentación dos o tres días (me había pasado comprando libros en las semanas anteriores, y me había prometido a mí misma, leerme algunos de los que tenía por casa, antes de comprar nuevos), al final pudo más mi yo curioso (o puede que mi yo obsesivo, o incluso mi yo feminista, que también entró en la discusión, alegando que no podía no leer a la última mujer galardonada con el nóbel), y les pedí a los señores de la casa del libro (me pareció justo comprárselo a ellos, ya que ellos habían sido los primeros en darme la noticia) este libro...

y este libro comienza con una nota histórica que dice: "belarús..." nombre de biolorrusía en bielorruso... "para el mundo somos una terra incógnita -tierra ignorada-, aún por descubrir. «rusia blanca», así suena más o menos el nombre de nuestro país en inglés. todos conocen chernóbil, pero en lo que atañe a ucrania y rusia. a los bielorrusos aún nos queda contar nuestra historia..."

y continúa contándonos que "el 26 de abril de 1986, a la 1 h 23’ 58", una serie de explosiones destruyeron el reactor y el edificio del cuarto bloque energético de la central eléctrica atómica (CEA) de chernóbil, situada cerca de la frontera bielorrusa. la catástrofe de chernóbil se convirtió en el desastre tecnológico más grave del siglo XX. para la pequeña belarús (con una población de diez millones de habitantes) representó un cataclismo nacional, si bien los bielorrusos no tienen ni una sola central atómica en su territorio".

y después, svetlana alexievich encuentra, quizás, la única manera de hablarnos de chernóbil: mediante las voces de los que vivieron y viven las consecuencias de ese 26 de abril de 1986... y nos contarán su historia personas reales, como la viuda de uno de los bomberos que ese mismo 26 de abril acudieron a chernóbil pensando que se enfrentaban a un incendio, y que embarazada como estaba vio morir a su marido de una forma tan atroz que no tengo palabras para contartela... nos contarán su historia personas que fueron evacuadas y que no han vuelto a pisar su tierra, personas que volvieron a sus casas pese a la prohibición y que viven solas en pueblos fantasmas; nos contarán su historia mujeres que ya no pueden tener hijos, o que los tuvieron después de chernóbil sin saber las consecuencias que eso tendría... hombres que fueron como voluntarios a "limpiar" chérnóbil, y hombres que fueron obligados... profesores universitarios o de primaria, periodistas que no encuentran las palabras, militares que volvieron pero que ya no eran los mismos, pero sobre todo personas normales, que hacían vidas normales que se rompieron el 26 de abril de 1986, y que pese a todo, siguen viviendo...

y me vienen a la memoria detalles de las historias que estas voces de chernóbil me han contado... como el padre que quemó toda la ropa que trajo de allí, pero que ante la insistencia de su hijo pequeño, le regaló la gorra que trajó de chernóbil, y que está convencido de que tiene algo que ver con su muerte dos años después por un tumor cerebral... o la madre que le pide a la periodista que cuente la historia de su hija para ver si alguien hace algo por ella, aunque sean incluso experimentos en nombre de la ciencia... o cuando el hombre que fundó la primera organización para ayudar a los niños de chernóbil cuenta que cuando les llegó el primer camión con ayudas, y él y su mujer empezaron a descargarlo, los vecinos y los transeuntes al saber que era para los niños de chernóbil, dejaban lo que estaban haciendo y ayudaban a descargarlo... o el coro de niños con el que acaba el libro, que nos cuentan, a veces, unos sueños, que sabemos que no podrán cumplir, pese a ser sueños normales y corrientes, fuera de allí...

y se me vuelve a atar el mismo nudo en el estómago, y mis ojos amenazan luvia, seguramente porque, de alguna manera, sigo en chernóbil sin haber estado allí... porque de alguna manera svetlana alexievich ha encontrado la única manera de contar ciertas historias: sin contarlas... simplemente dando voz a los que no suelen tenerla... pero ella misma ha definido este doloroso y precioso libro mejor de lo que lo podría definir yo, así que te copio el trocito en el que dice: 




este libro no trata sobre chernóbil, sino sobre el mundo de chernóbil. sobre el suceso mismo se han escrito ya miles de páginas y se han sacado centenares de miles de metros de película. yo, en cambio, me dedico a lo que he denominado la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo. escribo y recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. intento captar la vida cotidiana del alma. la vida de lo ordinario en unas gentes corrientes. aquí, en cambio, todo es extraordinario: tanto las inhabituales circunstancias como la gente, tal como les ha obligado las circunstancias, elevándolos a una nueva condición al colocar este nuevo espacio. chernóbil para ellos no era una metáfora ni un símbolo, era su casa. cuantas veces el arte ha ensayado el apocalipsis, ha probado las mas diversas versiones tecnológicas del final del mundo, pero ahora sabemos positivamente que la vida es incomparablemente mucho más fantástica.

svetlana alexievich (voces de chérnobil)



y es que como te decía, semanas después de haber cerrado el libro, tengo la sensación de que sigo allí, en chernóbil...

corto y cierro... 


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