sobre la primera entrega de los últimos poemas de hikmet...

y es viernes y te escribo desde el despacho... con la sensación de que hay cosas que sé, pero que soy incapaz de explicarles a algunas personas... con la sensación de que, aún teniendo la razón de mi lado, las palabras se niegan a decir lo que sé que deberían decir... y aunque sé que de mí no depende nada, me siento responsable, de una manera extraña, de no ser capaz de decir lo que debería saber decir, precisamente yo, que siempre he creído que sabía usar las palabras...

(divago... lo sé... pero es lo que tiene discutir de politica antes del segundo café de la mañana...)

pero el caso es que yo hoy venía a contarte que me estuve leyendo hace unos días una antología de nâzim hikmet: últimos poemas I (que contiene los poemas escritos entre mil novecientos cincuenta y nueve y mil novecientos sesenta y uno), una antología preciosa, de la que, como soy incapaz de elegir sólo un poema, me vas a permitir que te copie tres...

y es que si algo tiene la poesía de hikmet (entre otras muchas cosas) es la extraña alquimia de convertir sus poemas en palabras mágicas...

así que te copio este poema, porque me sabe a domingo por la tarde... 




la ciudad, la tarde y tú

 entre mis brazos estáis desnudas

         la ciudad, la tarde y tú

vuestra claridad alcanza mi rostro

         y también el olor de vuestros cabellos.

de quién son estos latidos

que baten bom bom y se confunden con nuestra respiración?

         tuyos?, de la ciudad?, de la tarde?,

         o tal vez son míos?

dónde termina la tarde, dónde comienza la ciudad,

dónde termina la ciudad, dónde comienzas tú,

         dónde termino yo, dónde comienzo?

nâzim hikmet



este otro porque es uno de esos poemas que una envidia... y que además ponen en palabras cosas que sientes, pero que no eres capaz de deletrear... 




te amo como si comiera pan con sal

como si al despertarme de noche con fiebre

   bebiera agua con la boca en el grifo,

como abro el voluminoso paquete postal, sin saber qué es ni de quién,

   nervioso, contento e inquieto,

te amo como si sobrevolara por primera vez el mar.

te amo como si en estambul anocheciera lentamente

   mientras algo se agita dentro de mí

y dijera: «qué suerte estar vivo!».

nâzim hikmet



y el tercero por dos motivos... el primero por el nombre de la mujer a la que hikmet dedica el poema, que es el mismo nombre de mi sobrina nueva... y el segundo, por lo mismo que te he copiado el segundo poema (y también el primero), porque, como te decía, este es uno de esos poemas que una envidia... y es que por un lado envidio a hikmet ese saber traducir los sentimientos como él los traduce; y también le envidio a la tal vera, estos versos que inspiró al genial poeta...




el despertar de vera

las sillas duermen de pie

         y también la mesa

el kilim está tumbado boca arriba

         los adornos permanecen con los ojos cerrados

duerme el espejo

las ventanas tienen completamente cerrados los ojos

el balcón duerme con las piernas colgando en el vacío

enfrente duermen las chimeneas en el tejado

               y también las acacias en la acera

duerme la nube

         con una estrella en su seno

duerme la luz dentro y fuera de la casa

te despertaste amada mía

se despertaron las sillas

         y se desplegaron por las esquinas

            y también la mesa

el kilim se incorporó y se sentó

         los adornos volvieron a brotar por todas partes

el espejo se despertó como los lagos al alba

las ventanas abrieron sus ojos grandes y azules

se despertó el balcón

         y recogió sus piernas que colgaban en el vacío

enfrente las chimeneas comenzaron a humear en el tejado

gorjearon las acacias en la acera

se despertó la nube

   y arrojó a nuestra habitación la estrella que albergaba en su seno

la luz se despertó dentro y fuera de la casa

         e inundó tus cabellos

tu desnuda cintura tus blancos pies.

nâzim hikmet 



corto y cierro...


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