sobre chesil beach...

martes y (contra todo pronóstico) te escribo desde la caja... pero es que al parecer no merece la pena hacer ni pronósticos ni planes en esta tienda donde al parecer la única que se sabe algo tan simple como el horario, soy yo...  

pero el caso es que necesito hacer pronósticos y planes, y mas esta semana teniendo en cuenta que ayer no hice nada más que la postfacturación (y estar a ratos en la caja), que esta tarde ni el jefe ni yo vamos a estar en el despacho, y que el jueves me quedo de jefecilla en funciones, por lo que entre esta mañana y mañana, se supone que tendré que hacer todo aquello que tenga que firmar el jefe, de aquí al lunes que viene...

en fin... que es martes y yo en realidad venía a contarte que me estuve leyendo tu último regalo: chesil beach de ian mcewan, novela que contra todo pronóstico (hoy me ha dado por esta frase), me encantó...

y es que nos cuenta ian mcewan que




eran jóvenes, instruidos y vírgenes aquella noche, la de su boda, y vivían en un tiempo en que la conversación sobre dificultades sexuales era claramente imposible. pero nunca es fácil. acababan de sentarse a cenar en una sala diminuta en el primer piso de una posada georgiana. en la habitación contigua, visible a través de la puerta abierta, había una cama de cuatro columnas, bastante estrecha, cuyo cobertor era de un blanco inmaculado y de una tersura asombrosa, como alisado por una mano no humana.

ian mcewan (chesil beach)



y así empieza esta novela... los jovenes, instruidos y vírgenes que se acaban de casar son edward y florence, y estamos a punto de asistir al drama que se va a desarrollar en tres actos, en la sala diminuta en el primer piso de una posada georgiana, en la cama de cuatro columnas bastante estrecha que hay en la habitación contigua y en la playa...

asistiremos al drama de su noche bodas, así a como a su historia... a su historia de amor y a la historia de cada uno de ellos dos, antes y después de esa noche... una noche marcada por el hecho de vivir en un tiempo en que la conversación sobre dificultades sexuales era claramente imposible, entre otras cosas...

que me encantó... quizás porque no me esperaba una historia como la que ian mcewan nos cuenta... quizás porque me gustan las historias en las que no hay ni buenos, ni malos; ni víctimas, ni cupables... las historias en las que el destino, la casualidad y los malos entendidos se mezclan y consiguen que aunque podría haber pasado cualquier cosa, si sólo hubiera cambiado uno de los detalles, o de las circunstancias; te des cuenta de que en realidad no... de que hay historias que tienen un final determinado, incluso antes de empezar...

una maravilla, así que gracias por presentarme a ian mcewan, y por regalarme esa noche en chesil beach...

corto y cierro...



pd. sobre lo de parís, no es que no quiera decir nada... es que hay cosas que te dejan tan sin palabras que no sabes como decir todo lo que sientes...


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