miércoles y te escribo desde el despacho... con la caja por hacer, y el trimestre en el mismo punto en el que estaba ayer...
y es que ayer fue uno de esos días en los que no paras, pero no haces
nada (de lo tuyo), porque las interrupciones son tantas y tan seguidas,
que lo único que has hecho al final del día, ha sido ir solucionando las
cosas como han ido viniendo... pero nada de lo que tú te habías
propuesto...
así que miércoles, y aprovechando que la cosa está tranquila, abro el editor para contarte que me estuve leyendo la novela en casa de marilynne robinson...
y conocí a marilynne robinson hace un año... me acuerdo porque la primera novela que me leí de ella: vida hogareña,
me la empecé a leer en el hospital cuando ingresamos a la abuela, y de
eso hace un año ya... una de esas novelas que pides al círculo de
lectores cuando no sabes qué pedir, y que probablemente, en otras
circunstancias, seguiría a día de hoy en el montón de los pendientes...
pero como te contaba, habían ingresado a la abuela en el hospital,
llevabamos varios días ya haciendo turnos, me tocaba ir a estar con ella
un rato, y el libro que llevaba en el bolso (el doctor zhivago)
estaba a punto de acabarse (es curioso como recuerdo perfectamente los
libros que me han hecho compañía en los hospitales), y el libro de
marilynne robinson acaba de llegar, yo no tenía tiempo de pasar por casa
antes de ir a dar el relevo, así que metí aquel libro en el bolso y
descubrí que esta autora a la que había leído casi por azar, me
encantaba...
así que busqué mas libros de ella, y descubrí que había publicado otros
dos más (tres ahora, ya que hace poco que ha publicado otro), así que
compré los dos libros que encontré (y el tercero lo compré hace un par
de meses) y me leí gilead, precioso libro del que ya te hablé cuando me lo leí hace unos meses...
-en casa para quedarte, glory! sí! -dijo su padre, y a ella se le cayó el alma a los pies. él intentó acompañar sus palabras con un brillo de alegría en la mirada, pero tenía los ojos húmedos de conmiseración-. para quedarte una temporada, esta vez! -rectificó y le cogió la bolsa, cambiando antes el bastón a su mano más débil. dios bendito, pensó ella. dios bendito que estás en los cielos. últimamente así empezaban y terminaban todas sus plegarias, que eran en realidad exclamaciones de asombro. cómo podía estar tan frágil su padre? y cómo podía mostrar una obstinación tan imprudente por cumplir con lo que entendía que era su deber de caballero, hasta el punto de dejar el bastón colgado del pasamanos de la escalera para subirle la bolsa a la habitación? dios bendito. pero así lo hizo, y luego se quedó junto a la puerta, recuperándose.
marilynne robinson (en casa)
y así empieza marilynne robinson esta novela, que no es exactamente la continuación de gilead,
sino que más bien nos cuenta otra parte de la historia... lo que pasa
en la casa de al lado... en la casa del reverendo boughton, cuando,
primero glory, y después jack, vuelven a la casa de su padre...
y glory que "a sus treinta y ocho
años, todavía se tomaba con prevención las tonadillas rurales y las
historias de interés humano. se andaba con cautela con ciertos
pensamientos, ciertos recuerdos, porque su padre no soportaba su
infelicidad. cuando veía el menor asomo de ella, ponía cara larga. así
pues, glory no se permitía cavilar con amargura, por imperiosa que fuese
a veces la necesidad, para que él no de sintiera desdichado" ha
vuelto a casa después de no haberse casado con el hombre con el que ya
había dicho que se había casado... en parte porque no tiene donde ir, en
parte porque alguien tiene que cuidar de su anciano padre...
y jack, la oveja negra de la familia, del que no sabían nada hacía años,
también vuelve a casa... porque no tiene donde ir, o quizás porque
necesita unas respuestas que nadie va a poder darle...
y los hermanos se conoceran después de tantos años, como no se
conocieron de pequeños, en parte por la diferencia de edad, que a
ciertas edades pierde importancia; en parte por el carácter de jack, que
siempre ha sido especial...
y nada más te contaré de esta preciosa novela, en la que marilynne robinson vuelve a gilead, uno de esos pueblos imaginarios...
pero antes de cortar y cerrar me vas a dejar que te copie otra cita...
esa extraña capacidad para la indigencia, como si por naturaleza debiéramos tener mucho más de lo que la naturaleza nos da. como si quedáramos pasmosamente desnudos cuando nos faltan las satisfacciones de la vida corriente. en la indigencia, aun de sentimientos o de propósito, el ser humano es más inquietantemente humano y vulnerable a la bondad porque tiene la sensación de que las cosas deberían ser de otra manera, y también la idea de lo que carece y de cuál sería el alivio, y de cómo podría el alma serenarse y ser restaurada, estar en casa. pero el alma encuentra su propia casa, si es que alguna vez la tiene.
marilynne robinson (en casa)
y ahora corto y cierro...
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