jueves y te escribo desde el despacho, y ya tengo una de las tres facturas que me faltan para dar el trimestre por cerrado...
jueves y hoy te contaré que me leí hace unos días agosto es un mes diabólicode
edna o'brien... cuyo principio te voy a copiar, porque aunque ni
estamos en agosto, ni esto es londres, se podría aplicar este principio a
los días que estamos teniendo en la vieja ciudad...
la oficina meteorológica pronosticaba sol. no se había equivocado. hacía cinco días que el cielo se quemaba, y abajo la ciudad de londres hervía a fuego lento. la gente que había esperado el verano deseaba una brisa y un pequeño descanso. ellen sólo sentía el fresco por la noche. al regar el jardín y luego cuando se sentaba en el banco de piedra.
edna o'brien (agosto es un mes diabólico)
y así empieza esta novela que no es lo que parece... en londres hace calor, ellen tiene un niño que se va de vacaciones con su exmarido, y ella después de una noche de pasión que creía que se podría convertir en algo más, decide escapar de la ciudad, e irse a la costa azul francesa, donde después de casi acostarse con un violinista y un camarero, se acaba acostando con un señor mayor, aunque a ella el que le gustaba era un actor... y hasta aquí puedo leer...
y es que ésta es una de esas historias que a mitad da un giro inesperado
(o quizás debería decir inesperadísimo), y nos cuenta una historia
totalmente distinta a la que creíamos estar leyendo... un momento
bofetada, en el que de pronto te das cuenta de que aunque creías haber
entendido el título, en realidad no lo habías entendido, porque es justo
en ese momento en el que te das cuenta de porque la o'brien califica de
diabólico al mes de agosto...
una novela increíble, con lo amarga que es, y el momento bofetón
incluído... y es que esta mujer es una maravilla escribiendo... ahora a
esperar que traduzcan alguna novela más de ella... porque la verdad
verdadera es que engancha...
y antes de cortar y cerrar, te voy a copiar el final de la novela... porque me encantó ese final y las verdades que encienrra...
se detuvo y se quedó parada. no era necesario correr, no tenía nada por lo que correr; respiró profundamente, no era feliz ni desgraciada; si los días nunca volvían a ser tan brillantes las noches tampoco serían tan negras. o así quería creerlo. las hojas caían. las miró desprenderse, volar y aterrizar en un lecho de hierba, aún cubiertas de humedad. caían a su alrededor, simplemente y sin protocolo; todos los signos de un frío y adorable otoño.
edna o'brien (agosto es un mes diabólico)
y ahora, corto y cierro...
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