miércoles (aunque parece un porfinesviernes) y te escribo desde el despacho... mirando el reloj de reojo, porque en breve me tocará salir a caja, así que pospongo un par de cosas que debería estar haciendo, pero que como me dejaría a medias prefiero no empezar, y abro el editor y tecleo, mientras espero... aunque además de teclear, también voy contestando al teléfono...
miércoles y siguiendo el hilo de mis lecturas, hoy empezaré una pequeña trilogía sobre los libros que trajeron los reyes magos...
y el primero de los tres libros de reyes que me leí (no podía ser de otra manera) fue los días corren como caballos salvajes por las montañas de charles bukowski... nuevo libro de poemas editado por la visor que quería desde que supe que se había publicado, y que tuve que hacer grandes esfuerzos para no comprar cuando me lo crucé, por si los reyes tenían a bien regalármelo... por suerte los reyes fueron generosos y me lo trajeron el día seis de enero...
y no sé que podría decir de bukowski que no haya dicho ya... que me encanta, que es uno de los nuestros, que lo adoro, que lo quiero, que sus poemas tienen el poder de hacerme dar respingos en el sofá, porque sus tús hay veces que inevitablemente son yos... porque con algunos de sus poemas he aprendido algunos de mis porqués, que intuía pero no sabía... porque suyos son algunos de los versos que a veces me susurro como si fueran estribillos de canciones, que como diría él, en ninguna radio suenan...
y como no te puedo decir nada que no te haya dicho ya... y como no puedo decir nada de sus poemas, porque de sobra sabes que yo no sé hablar de poesía, me vas a permitir que te copie uno de sus poemas... uno de los poemas a jane, porque los poemas a jane (que me he ido encontrando en distintas antologías) me parecen preciosos y dolorosos, con un equilibrio, que solo alguien como bukowski es capaz de mantener...
para jane: con todo el amor que le tenía, y no bastó
cojo la falda,
cojo el centelleante collar
de luto,
esa cosa que antes se movía
alrededor de la carne,
y llamo a dios mentiroso,
digo que algo que se movía
así
o supiera
mi nombre
jamás debía morir
en la común verdad de la muerte,
y cojo
su precioso
vestido,
toda su hermosura perdida,
y hablo
a todos los dioses,
a los dioses judíos, dioses cristianos,
trozos de cosas parpadeantes,
ídolos, píldoras, pan,
brazas, riesgos,
entrega erudita,
ratas en salsa de 2 que se volvieron bastante locos
sin la mayor oportunidad,
conocimiento de colibrí, oportunidad de colibrí,
me inclino sobre esto,
me inclino sobre todo esto
y conozco:
su vestido sobre mi brazo:
pero
no
me los devolverán.
charles bukowski (los días corren como caballos salvajes por las montañas)
una maravilla... así que gracias por la parte que te toca...
y ahora voy a cortar y cerrar... porque al parecer sólo yo conozco la alquimia de marcar números en un misterioso aparato llamado teléfono, porque hay que hacer tres llamadas y nadie más que yo puede hacerlo...
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