jueves (hoy sí) y te escribo desde la caja... y aunque admito que vista
la hora que es, me gustaría haber llegado ya a mi mesa en el despacho...
la verdad es que creo que tengo sentadas todas las facturas del año
pasado y hecho el resumen del iva (el trimestral y el anual) y aunque
sigo teniendo esos nervios que suelo tener cuando hago las cosas por
primera vez...
(y me han interrumpido tres clientes seguidos; y es que al parecer,
cuando digo que yo no atiendo, no se me acaba de entender... y tú estás
aquí, en el ordenador de la caja, tecleando alegremente... da igual que
estés escribiendo absurdidades en este blog o metiendo un albarán o
sentando cobros; los clientes se te plantan delante, y tú muy educada
les dices que no atiendes y ellos te dicen que lo único que quieren es
preguntar, y digo yo que no es tan difícil de entender que si no atiendo
no es porque no quiera, es porque no tengo ni idea... pero ellos
insisten, y es que es normal en un país como éste en el que el deporte
nacional, no lo vamos a negar a estas alturas, es intentar colarse... y
por si eso fuera poco, acabo de asistir a un intento de truco de magia,
en el que un cliente me daba un billete de veinte, pero en realidad me
ha dado uno de cinco, y cuando me ha pedido cambio del de veinte le he
enseñado el de cinco que me ha dado y que yo aún tenía en la mano...
pobre, no hará carrera como mago...)
en fin... que es jueves, y a parte de contarte que creo que ya tengo el
tema del iva claro y que a falta de los bancos y los últimos apuntes,
casi tengo cerrado el año pasado, yo venía a contarte que hay relecturas
inevitables...
y es que la mañana de año nuevo volví a releerme el réquiem de la ajmátova...
y aunque creo que éste es uno de los libros que más veces he releído en
mi vida, y que no necesito excusas que me animen a volver a él... en el
pasado mes de diciembre tres casualidades se conjugaron, y su relectura
se hizo totalmente inevitable...
y es que encontré en esa web en la que un montón de librerías de viejo
te ofrecen sus libros (y además te los mandan al despacho), un librillo
que llevaba tiempo buscando... el réquiem y otros poemas en
aquella mítica (para mí) edición de la mondadori (aquellos libritos
pequeños que costaban en su día trescientas cincuenta de las antiguas
pesetas) y lo pedí... claro...
y después brodsky me habló del réquiem en uno de los ensayos del libro menos que uno,
y me dijo que creía que el pseudónimo la salvó, ya que anna ajmátova
fue capaz de sobrevivir a las colas y ponerlo luego en palabras (como
ella misma nos cuenta, por ella y por todas sus compañeras...) cosa que
tal vez anna gorenko no habría podido hacer...
y después me leí la novela sofía petrovna. una ciudadana ejemplar,
de lidia chukóvskaia, que cuenta la misma historia que nos cuenta la
ajmátova (de hecho me pasé el libro repitiéndome que era una especie de réquiem en
prosa), los terribles años de la yezhovzhina, las detenciones y las
colas... y que además va y resulta que era una de sus amigas íntimas...
así que tres señales fueron más que suficientes para decidirme a releer
este libro una vez más... esta vez, la mañana de año nuevo...
y aunque creo recordar que ya he copiado por estas playas mas de un
fragmento de este poemario, me vas a permitir que esta vez te copie
dos... la parte en la que la ajmátova habla consigo misma sobre lo que
jamás hubiera creido en el pasado sobre el presente...
4
si te hubieran dicho, bromeadora,
la preferida de todos los amigos,
de tsarkoie selo alegre pecadora,
lo que sucedería en la vida contigo.
cómo las trescientas, con tus presentes,
ante «las cruces» en fila esperas
y cómo con tus lágrimas ardientes
del año nuevo el hielo derritieras.
cómo de la prisión el álamo se mece
y no se oye nada - pero cuánta
vida inocente allí fenece...anna ajmátova (réquiem)
y el epílogo... en el que nos cuenta todo lo que vio en aquellas colas alrededor de las cárceles de san petersburgo (o petrogrado)
epílogo
vi cómo los rostros se ajan fácilmente,
cómo bajo los párpados el miedo brilla,
cómo - escritura acuñada - duramente
el sufrimiento se inscribe en las mejillas,
cómo rizos negros y rubiocenizos
de pronto de plata tienen su color,
la sonrisa se marchita en los labios sumisos
y en la risita seca se estremece el pavor.
para mí misma sólo no reza mi voz,
sino por las que allí vieron mis ojos,
en el tórrido julio y en el frío feroz,
juntas conmigo bajo el ciego muro rojo.anna ajmátova (réquiem)
porque como de sobra sabes, este es uno de los poemarios que más me han
marcado... y porque sé que lo volveré a releer... inevitablemente...
y ahora corto y cierro, que ya estoy en mi mesa del despacho y digo yo que tendré que ir haciendo algo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario