miércoles y yo estoy una mañana más castigada en la caja... con los
listados de ayer encima de mi mesa (en el despacho), y unos talones que
tendría que estar metiendo en sobres, y las últimas facturas del mes
pasado esperando ser sentadas para dar agosto por terminado... pero
como, aunque sé hacer dos (y tres) cosas a la vez, aún no tengo el don
de estar en más de un lugar al mismo tiempo; y habiendo hecho todo lo
que puedo hacer desde aquí, me rebusco las palabras (porque admito que
cada día me cuesta más encontrármelas...) y voy a ver si te cuento
algo...
y retomando el hilo donde lo dejé ayer (terminado el ciclo de lecturas
vacacionales), te contaré que creo que igual que es importante elegir
las lecturas de los días fuera del tiempo de los relojes; igual que
guardo, desde jovencita, determinados libros para esos días (porque
opino como la szymborska, que los libros "gordos" son perfectos para el
tiempo estival); es importante también elegir el libro con el que volver
a la realidad... porque la vuelta a la realidad es cruel, y un buen
libro puede atenuar ese síndrome postvacacional del que tanto han
hablado en los telediarios, así que creo firmemente que hay que elegir
con el mismo cariño, tanto las lecturas que nos acompañarán en
vacaciones, como las que nos harán compañía en la vuelta al trabajo...
y el libro elegido fue un libro que llevaba años buscando... libro del
que tenía noticias, pero que estaba descatalogado, y que después de
muchas búsquedas infructuosas, encontré (por fin!) hace un par de meses y
que tenía reservado para un momento especial...
y el libro fue johnny panic y la biblia de los sueños, una colección de relatos de sylvia plath...
y es que imagino que no hará falta que te diga que la plath es una mis
autoras más favoritas entre las favoritas (además de ser una de las
autoras a las que más he releído... empezando por su ariel, y terminando
en ese maravilloso tomo de su poesía completa...)
y como sabes que soy un poquito obsesivo-compulsiva, no hará falta que
te cuente las ganas que tenía de leer sus relatos, desde el mismo
momento en que me enteré de que existían (y la frustración que supuso
buscarlos y buscarlos y no ser capaz de encontrarlos, y la alegría (y el
alboroto) de encontrarlos por fin...)
el paisaje de mi infancia no fue la tierra sino el límite de la tierra: ondulantes colinas del atlántico, frías y llenas de sal. a veces pienso que no poseo imagen alguna tan precisa como la del mar. la separo para contemplarla, exiliada que soy, como las «piedras de la suerte» que coleccionaba, moradas y con un anillo blanco alrededor, o la concha de un mejillón azul cuyo interior era una uña de ángel iridisada; y al pasarles por encima la primera ola de la memoria los colores se intensifican y brillan y el mundo de mi infancia respira.
sylvia plath (ocean 1212-w uno de los relatos de johnny panic y la biblia de los sueños)
y así empieza ocean 1212-w, el primero de los relatos que componen este johnny panic y la biblia de los sueños...
relatos en los que la plath nos irá contando recuerdos de infancia, del
colegio público, de superman y del traje nuevo para la nieve de paula
brown que se ensució, de acusaciones falsas, de tomas de conciencia de
realidades que hasta ese momento se escapaban, de ritos de iniciación de
hermandades absurdas en las que una en realidad no quiere entrar, de
domingos, de anillos que al perderse pierden algo mas, de visitas a
sanatorios, de velatorios, de sueños ajenos, de charlas familiares
evocando queridos difuntos, de tatuajes, de trabajos que esconden
misiones secretas, de noches de huracanes en hospitales, de osos
(cincuenta y nueve para ser exactos), de celos por voces al otro lado
del teléfono, de comparaciones, de reuniones de madres y de ataques de
nieve para los que la ciudad no está preparada...
y ha sido una maravilla redescubrir la prosa de la plath (ya descubierta hace años en su campana de cristal),
y sobrellevar la vuelta a las rutinas, gracias a sus historias, que no
hacen más que recordarme porque ella es una de mis autoras más favoritas
entre las favoritas...
una maravilla...
y ahora voy a cortar y cerrar que mientras escribía este post me he
trasladado de la caja al despacho, y los listados de ayer siguen encima
de mi mesa; y los talones siguen teniendo que ser metidos en sobres; y
las últimas facturas del mes pasado siguen esperando ser sentadas para
dar agosto por terminado...
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