y es martes y tengo sueño, porque empezar la semana con una cena de
cumpleaños (con sorpresa incluida), la noche del lunes, no es buena idea
(aunque me lo pasé genial), porque me acosté a las tantas, y el
despertador (que no tiene ningún tipo de piedad), ha sonado a la misma
hora de siempre, así que ya van dos cafés y yo sigo durmiéndome...
martes, y aunque tengo la caja por hacer, retomo el hilo de esto de
contarte mis lecturas vacacionales, así que hoy te contaré que estaba
leyendo el azar de conrad, y
nos ibamos a pasar el día al chalet, así que metí el libro en el bolso;
pero teniendo en cuenta que al libro de conrad le quedaban apenas
cincuenta páginas para terminarse, y que yo en los finales tiendo a leer
más deprisa, y que no me gusta estar sin un libro empezado (una de mis
manías), pensé que era mejor prevenir que curar, y llevarme otro de
reserva por si acaso...
pero me estaban esperando, así que tenía que decidir deprisa, de manera que abrí el armario donde escondo guardo los libros por leer, y al ver el conservador de
nadine gordimer encima de uno de los montones, me acordé de que llevaba
tiempo queriendo leerlo, y que tras su muerte, pensé que había llegado
el momento, así que lo metí también en el bolso y se vino a pasar el día
al chalet...
y en la terraza me terminé el libro del conrad, y tras fumarme un
cigarrillo (otra de mis manías esa de fumarme un cigarrito después de
terminar de leer un libro) empecé el de nadine gordimer...
huevos pálidos y moteados.
mientras oscila sobre las rodadas en dirección al tercer pastizal, el domingo por la mañana, el dueño de la finca ve de pronto un montón de huevos, pálidos y moteados, dispuestos ante un semicírculo de niños. algunos de ellos están en cuclillas, pero el que se encuentra inmediatamente detrás de los huevos tiene las piernas cruzadas, como un vendedor en el mercado. la sonrisa que se levanta con timidez hacia la mirada del granjero es orgullosa. los huevos están ordenados como canicas, los otros niños forman un racimo a su alrededor, pero se ve que no pueden tocarlos sin permiso del de las piernas cruzadas. las plantas descalzas y los traseros de los niños han aplanado un nido sobre la hierba, larga y seca, un nido para huevos y niños.
nadine gordimer (el conservador)
y así empieza la gordimer a contarnos esta historia... la historia de
mehring... un personaje con el que, admito que no acababa de estar
cómoda... y es que mehring es un hombre de negocios blanco de unos
cincuenta años, en sudafrica, que tiene una finca-plantación, porque
además de poder desgrabarse las perdidas, es lo que los hombres de éxito
hacen con su dinero...
un libro complicado (claro que teniendo en cuenta mis anteriores
lecturas de esta mujer que ganó el nóbel, no me sorprendió) en el que
los recuerdos, los fantasmas, la seguridad y el miedo se van mezclando, a
raíz del hallazgo del cadáver de un hombre negro que aparece en la
plantación al principio de la novela...
y aunque fue un libro complicado, como te decía (lo de no simpatizar con
el protagonista, suele complicar la lectura), es una novela de esas que
te enseñan cosas que no solemos mirar, pero que no por no mirarlas
dejan de estar...
y además ya sabes que esos finales abiertos, pero tan abiertos, que de
verdad no sabes que pensar; porque la autora te deja imaginar si la
historia acaba bien o acaba mal, o si ni siquiera llega a terminar... me
encantan...
y ya estoy pensando, en buscar la hija de burger para tenerlo por casa, porque hay autoras a las que me gusta tener a mano, por si acaso...
y ahora corto y cierro, que el teléfono no para de sonar, y yo así no me puedo concentrar...
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