sobre la naturalidad del arte (y la artificialidad de la crítica) según ramón gaya...

miércoles que parece lunes, porque ayer fue fiesta y porque aunque la mañana no parecía de domingo (porque aunque no olvidé apagar el despertador, acabó despertándome el móvil, y me tuve que levantar y vestir con prisas, y tomarme un cortadito rápido de pie en la cocina, porque había que ir a llevar flores, que aunque parezca mentira ya han pasado diez años, y la migraña intentaba matarme, pero yo me resistía... hasta que ya no pude mas, y me tuve que acostar...), la tarde me reconcilió con el mundo, y transformó un martes inhóspito en un domingo de regalo en medio de la semana...


y te escribo desde el despacho... con la mesa llena hasta los bordes... con la caja por hacer, y una transferencia que tendría que preparar... y un pago que la verdad es que no sé como sentar... y tengo que pedir un rma, y tengo que pasar un pedido (y pensarme si aprovecho para renovar mi portátil, que desde que le fallan la "a" y la "e", me cuesta escribir un poquito mas de lo normal), y que confirmar un descuento por teléfono... pero como ves, este miércoles parece un lunes incluso en las pocas ganas que tengo de ponerme a despejar la mesa, y en que ando dispersa (aunque la dispersión también podría ser debida a todas las pastillas que me tomé durante el día de ayer para matar a esa migraña que intentaba matarme a mí...)





y yo hoy quería hablarte del ensayo de ramón gaya que se titula la naturalidad del arte (y la artificialidad de la crítica) que leí hace unos días editado por la pre-textos...


y es que hacía años que quería leer a ramón gaya (desde que tú me lo nombraste) y rebuscando en lo fondos de la pre-textos, encontré este ensayo, y decidí empezar por él... y es que ya sabes que la pre-textos es una de mis editoriales fetiche... una de esas editoriales por las que siento debilidad (no sé si es porque sus ediciones suelen ser bilingües, si es porque son paisanos, o porque el tacto de sus libros me devuelve a primero de carrera, no porque entonces comprase sus libros, que excedían en mucho mi presupuesto para lecturas en aquella época, sino porque el tacto de los libros de la editorial pre-textos me recuerda a aquellas hojas de papel canson, papel "bueno" porque era caro, que usabamos en dibujo de primero cuando se suponía que ya sabíamos dibujar, y dejabamos el papel continuo, y lo cambiabamos por el canson, de distintos gramos, que nos imponía cierto respeto; en parte por su textura, en parte por su precio).


y te diré que me ha encantado conocer a ramón gaya y este ensayo que nos habla sobre la naturalidad del arte y la artificialidad de la crítica artística...






al darnos cuenta, un día, de la naturalidad y verdad del arte, nos damos cuenta al mismo tiempo de la artificialidad y mentira de la crítica artística. lo más patético del crítico de arte -de música, de poesía, de pintura- no es tanto que se equivoque y no entienda, sino que entiende de una cosa que... no comprende.

ramón gaya (la naturalidad del arte (y la artificialidad de la crítica))





y ha sido un placer y una maravilla leer lo que ramón gaya opina de distintos artistas, y descubrir que no dista mucho de lo que opino yo misma... y ha sido una maravilla, porque hacía tiempo que no leía sobre arte, y siempre es un placer hacerlo...


y me ha gustado esa tesis según la cual los artistas, cuando realizan una obra maestra, no lo hacen ni por ellos, ni por el arte, sino por todos nosotros... en nuestro lugar... una suerte de ofrenda de lo que el género humano es capaz de entregar...


y antes de cortar y cerrar, me vas a dejar que te copie el final del ensayo... porque de verdad que me ha encantado... y porque se parece mucho a algo que creo firmemente, pero que nunca he sabido poner en palabras...





cuando aparece el hombre -el hombre común-, ya se encuentra allí, como agazapado, ese vivido impulso creador del que, por otra parte, no sabemos apenas nada. desde luego es algo muy fuerte, muy vigoroso, pero sumamente enigmático. es un impulso tan antiguo como actual. de pronto -como por ejemplo sucede en nuestros días- puede parecer que ese impulso ya no está, que ha desaparecido, que se ha convertido en otra cosa, en una industria, en un trabajo, en un oficio, en un capricho. pero no es así. lo que en realidad sucede hoy -en todo lo que va de siglo- es más bien que ese impulso ha caído en un compás de espera... necesario y descomunal. pero un buen día aparecerá en el aire una especie de arco iris inmenso y volveremos a tener poesía, música, pintura y escultura verdaderas, limpias, desnudas, sin colgajos adheridos, sin ingeniosidades pegadas, sin sustos, sin sorpresas, sin modas, más o menos baratas, sin modernidades de tres perras. y el crítico honrado, el crítico ingenuo -caera en la cuenta de su fea actividad. acaso encuentre entonces un quehacer más puro: algo así, diriase, como... una confesión de unos pecados, ni tampoco de unas virtudes, sino la confesión de un sentir.

ramón gaya (naturalidad del arte (y artificialidad de la crítica))








y ahora sí... corto y cierro...

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