(sin título)

y te diría que es miércoles, pero no sé hasta que punto puedo seguir con estos tecleos dispersos que numeran días y cuentan grises rutinas...


te diría que estoy en el despacho... pero tampoco sé si debo aburrir con estas absurdidades a nadie a estas alturas...


será esa vulnerabilidad que decía kitti (te acuerdas?)


será que me sigue atando a este lugar la costumbre (y aquella promesa que te hice), pero admito que el verme deformada en ojos ajenos me ha dejado descolocada... descolocada porque siempre que conseguimos entrevernos a través de otros ojos suele sobrevenirnos esa duda existencial: soy como yo creo o como creen que soy los demás...


admito que no son gratos ciertos retratos cuando no nos reconocemos en ellos, cuando vemos tanta incomprensión en donde creíamos que eramos entendidos (al menos de alguna manera) y cuando, como te decía, el espejo de los otros nos devuelve una imagen tan distorsionada, que no somos capaces de reconocernos en ella...


y vuelvo a la primera duda: somos como sabemos que somos o como los demás creen vernos?... y aunque la verdad es tan simple y fácil que sube a los labios casi sin pensarlo, porque sé como soy, conozco de sobra mis cualidades y mis defectos, sé mis causas y mis efectos, mis porqués, mis cómos y mis cúandos, y tengo partes del puzzle que nadie tendrá jamás para entenderme cada mañana cuando me sonrío en el espejo; la verdad es que todos sabemos que los demás, aún sin conocernos, opinan sobre nosotros, creen saber como somos, y nos juzgan, nos describen, e incluso mienten abiertamente y con convencimiento sobre nuestras vidas, sin preocuparse de cuanto hay de verdad y cuanto de mentira... cuanto de incomprensión y cuando de proyección, en esos juicios emitidos sobre los demás, que tan poco nos gustan cuando hablan de nosotros mismos...


y me disperso... y no quería teclear, pero tecleo... no sé si porque es fácil, o simplemente porque no puedo evitarlo... el caso es que tecleo cada mañana quizás para escapar al gris de mis rutinas... quizás para olvidar por un rato esas rutinas de loca que quería ser artista y que acabó metida a secretaria extraña y algo desordenada...





y sé que tú pensarás que este post no merece la pena, pero hay cosas inevitables y desde muy jovencita aprendí que la única manera de sacarme las cosas de dentro para que no se me pudrieran era ponerlas por escrito (ponerlas en palabras para fijarlas a mi manera, para tenerlas ahí... que dice cortázar en las deshoras de las que quería hablarte hoy, pero de las que no creo que te hable porque hoy no me encuentro las palabras) 





verdades y mentiras, que una está tentada de rebatir, pero que no merecen la pena... así que allá cada cual con su conciencia... yo seguiré sin hacer a los demás lo que no me gustaría que me hicieran... seguiré sin hablar sin conocimiento de causa...





eso sí... creu i ratlla... que hasta las tontas como yo tenemos límites, y maldades ninguna (que luego no duermo) pero falsedades tampoco...





corto y cierro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario