sobre las nanas de la cebolla...

 y ya es jueves... y aquí sigo... en el despacho...


sobreviví al miércoles laboral, que no es poco, porque ayer fue un día caótico... un día de prisas, de imprevistos... de yo misma me enfado sola, y encima lo peor es que me enfado conmigo misma...


y ya no sé si de verdad soy tonta, sólo lo parezco o quieren que lo parezca... y lo que es peor: no sé cual de las tres opciones me da mas miedo... pero se me va la voz casi a diario... prefiero callar, pero con un silencio denso que deje claro que no otorgo... con ese silencio resignado del que no quiere discutir, pero que sabe que está a pocas palabras de una discusión de las serias...


en fin... que es jueves y estoy cansada... y aunque ayer conseguí hacer todo lo que tenía que hacer antes de irme de aquí, ya hay nuevas faenas que me reclaman, y esto es un no parar jamás, y yo creo que necesito vacaciones... y me consuelo pensando en los quince días de vacaciones que me quedan todavía, aunque de sobra sé que no me los voy a coger... saber que están ahí, quieras que no reconforta...


 


y nada que contarte... quizás que el domingo estuve releyendo una antología de poemas de amor de miguel hernández... libro que compré y leí hace diez años... lo sé por un billete de tren que encontré entre sus páginas... y que el domingo por la mañana, buscando algo que leer, sin tener muy claro qué, cogí de la estantería nueva, y me leí en un par de ratos...


y aunque sé que quizás es muy típico, y que habrán mil copias de estos versos por estos mundos virtuales, me vas a dejar que te copie sus nanas de la cebolla... porque me gustaban ya antes de haberlas leído, cuando en la clase de literatura la profesora nos explicó que fueron escritas tras leer en la cárcel una carta de su mujer... porque sigo sabiéndome de memoria el principio, ya sabes, eso de que la cebolla es escarcha cerrada y pobre. escarcha de tus días y de mis noches... versos de esos que salen solos sin que te des cuenta, a veces... y porque tengo debilidad por las nanas... ya lo sabes...


 



nanas de la cebolla 

la cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
escarcha de tus días
y de mis noches.
hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
 
en la cuna del hambre
mi niño estaba.
con sangre de cebolla
se amamantaba.
pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
 
una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
 
alondra de mi casa,
ríete mucho.
es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
 
tu risa me hace libre,
me pone alas.
soledades me quita,
cárcel me arranca.
boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
 
es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
rival del sol.
porvenir de mis huesos
y de mi amor.
 
la carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
 
desperté de ser niño:
nunca despiertes.
triste llevo la boca:
ríete siempre.
siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
 
ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
 
al octavo mes ríes
con cinco azahares.
con cinco diminutas
ferocidades.
con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
 
frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
 
vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
no te derrumbes.
no sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.

miguel hernández


corto y cierro...

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