pero de pronto...


 

en una tarde maravillosa, el no menos maravilloso alguacil iván dmítrich cherviakov se hallaba sentado en la segunda fila de butacas y miraba con los gemelos, las campanas de corneville. miraba y se sentía lleno de felicidad. pero de pronto... en los relatos aparecen con frecuencia estos "pero, de pronto". los autores tienen razón: la vida está llena de imprevistos. pero, de pronto su rostro se arrugó, sus ojos se pusieron en blanco, su respiración cesó... apartó los gemelos de los ojos, se inclinó y ... achís! como ven, estornudó.


así empieza muerte de un funcionario, uno de los siete cuentos de chejov que estuve leyendo el otro día en una edición de catedra de segunda mano...


siete cuentos que curiosamente no conocía... y digo curiosamente porque ya son años comprando diversas ediciones de sus cuentos, y las útlimas antologías siempre contenían al menos un par de cuentos ya conocidos (no me preguntes cuantas veces he leido la señora del perrito en distintas traducciones que no sabría decirlo), pero estos siete cuentos que editó catedra no los había leído... así que me ha encantado este librito...


y me gusta la cita porque chejov tiene razón... me gusta porque esa manera que tiene chejov a veces de hablar con el lector me fascina... y me gusta porque esos pero de pronto, están ahí, cada dos por tres; y la literatura nos hace darnos cuenta de como las casualidades nos pueden cambiar la vida (que se lo digan al pobre dmítrich cherviakov) y quizás (solo quizás) nos enseña a ver ciertas cosas que sin ella no veríamos...


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