martes 18 de enero de 2022

he estado releyendo "un cuarto propio" de virginia woolf (parte de mi plan de releer las obras completas de la woolf mezcladas con sus diarios) y he de decir que me ha vuelto a encantar...

virginia se ha excusado, porque a ella le pidieron que hablara sobre las mujeres y la novela y la única conclusión que puede ofrecer (una opinión sobre un tema menor) es que para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio... 

y me ha contado como la idea para este ensayo nació a la orilla de un lago, como el bedel la persiguió por pisar el césped, que no la dejaron entrar en la biblioteca (las mujeres solo podían entrar acompañadas de un hombre o con una autorización... firmada por un hombre, claro), y el almuerzo y la comida, y como mary saton y ella llegaron a la conclusión de que sus madres y sus abuelas debieron de haber ahorrado dinero para poder fundar colegios como hacen los hombres (claro que también llegan a la conclusión de que entre la crianza de los hijos y las leyes que les prohibían disponer de su dinero, pues tampoco es que pudieran hacerlo) y para descubrir porque las mujeres tienen tan poco poder y tan poco dinero, virginia ha ido a la biblioteca del museo nacional, a ver que saca en claro...

claro que poco saca en claro... bueno, sí... que los hombres están muy interesados en las mujeres, pero que al parecer las mujeres en los hombres, no tanto...   


es curioso como ciertos libros cambian con los años... o como cambiamos nosotras, que al final es lo que pasa en realidad... 

la primera vez que leí "un cuarto propio" de la woolf, lo leí como quién lee un libro sagrado (como leí por primera vez "el segundo sexo" o "la princesa de cleves")... esperando revelaciones (y tuve varias) y con una seriedad, una solemnidad y una reverencia, que he perdido con los años, la verdad...

claro que la primera vez que leí "un cuarto propio" tenía poco más de veinte años, y lo volví a leer un par de veces más a los treinta... y en estos veinte años he ido leyendo y releyendo sus novelas y sus diarios, y sus ensayos y sus relatos... y leer y releer tanto a una autora nos hace tener cierta confianza...

(además, ahora que me acuerdo, pasé un verano leyendo a las mujeres que nombra al principio del cuarto propio (mis quince días en la inglaterra victoriana) y eso, quieras que no, une mucho...)

y tengo confianza con virginia como para captar su ligereza (maravillosa ligereza que se me pasó completa y totalmente la primera vez que leí su ensayo) y para leer sonriendo, porque a base de relecturas, no diré que me sé el cuarto propio de memoria, pero sé lo que viene y adonde me lleva virginia...

y aún así, como en toda relectura hay pasajes que me han sorprendido (no recordaba, lo juro, lo de las ratas criadas con distintos tipos de leche...)


y al final, se me ha puesto la piel de gallina cuando virginia dice aquello de que: "Les he dicho en el curso de esta conferencia que Shakespeare tenía una hermana; pero no la busquen en la auténtica biografía de sir Sidney Lee. Murió joven -ay, nunca escribió una línea-. Está sepultada donde ahora se paran los omnibús, frente al elefante y la torre. Mi credo es que ese poeta que jamás escribió una línea y que yace en la encrucijada, vive todavía. Vive en ustedes y en mí y en muchas otras mujeres que no nos acompañan esta noche, porque están lavando platos y acostando a los chicos. Pero vive, porque los grandes poetas no mueren: son presencias continuas; sólo precisan una oportunidad."

maravilloso que un libro te siga emocionando, inspirando y maravillando veinte años (y cuatro lecturas) después de leerlo por primera vez...


No hay comentarios:

Publicar un comentario