decir un sentimiento, una impresión, es reducirlos - expulsarlos.
pero a veces los sentimientos son demasiado intensos: pasiones, obsesiones. como el amor romántico. o la pena. entonces es preciso hablar, o estallaríamos.
susan sontag (la conciencia uncida a la carne)
hablar (o escribir, para mí los dos verbos siempre han sido intercambiables...), aunque creo que lo difícil es ese decir un sentimiento... porque no siempre es fácil poner en palabras lo que tenemos dentro... a veces incluso intuyéndolo, preferimos no deletrear nuestros sentimientos... quizás en parte porque tiene razón la sontag y al poner ciertas cosas en palabras las reducimos (puede que incluso las desvirtuemos, convirtiendo en algo corriente -en algo ya dicho- cosas que en su momento son hitos en nuestra historia personal...), lo que no siempre es bueno...
pero a veces, como la sontag dice, los sentimientos son demasiado intensos, y una tiene que sacárselos como sea de dentro... como esos versos que te dan vueltas durante días y de los que no te desprendes hasta que los escribes; o como esos problemas que por las noches toman dimensiones pavorosas que desaparecen cuando amanece... las cosas hay que decirlas porque, como dice la sontag, podrían estallarnos dentro... o pudrírsenos (añado yo) que es aún peor...
pero no me aplico el cuento... porque si bien es cierto que siempre he tenido la firme creencia de que a fuerza de escribir (admito, llegados a este punto, que siempre me ha resultado mucho más fácil escribir que hablar), podía mantener la cordura, conjurar la locura y ahorrar en psicólogos y psiquiatras, porque siempre he creído que la hoja en blanco era la única terapía que podía necesitar, la verdad es que últimamente no escribo... no en serio... no de verdad... no sé si me estoy explicando, pero que sepas que lo estoy intentado...
y no sé si es porque no tengo tiempo, porque no me creo a mí misma ya, o si es porque últimamente tengo tanto miedo que aunque sé que la mejor terapía es poner en palabras lo que nos pasa (decir un sentimiento), es más fuerte en mí la creencia de que los miedos es mejor no nombrarlos, porque el hecho de ponerlos en palabras podría hacerlos realidad... así que en esas estoy... decidiendo...
y como no puedo escribir leo... leo como si me estuviera ahogando y me fuera la vida en ello (que puede que no sea del todo cierto, pero me gusta como queda al escribirlo, porque ya sabes que llevo una dramaqueen dentro a la que le gusta como suenan las palabras cuando las juntas), leo como si ese fuera uno de los pocos remedios que me funcionan para no pensar, para desconectar, para olvidar, e incluso para respirar (y aunque podría parecer otra de mis exageraciones, puede jurar que leyendo me cuesta menos respirar)... así que aunque en realidad yo lo que pretendía era darte las gracias por el libro la conciencia uncida a la carne, los diarios de madurez de susan sontag, que fue un maravilloso regalo de navidad... ahora te doy las gracias porque este es uno de esos libros que además de distraerme me han hecho pensar... y la verdad es que me ha venido bien este momento desahogo que la cita de la sontag ha desencadenado...
(y es lunes y te escribo desde el despacho, contando los minutos que quedan para cerrar... porque estoy muy cansada, y tengo migraña...)
corto y cierro...
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