y es martes y te escribo desde la caja, con la mesa del despacho (lo he visto al pasar...) llena de pedidos que imagino que tengo que escanear y enviar por correo electrónico; y digo que imagino porque el jefe se ha ido de viaje, y estoy de jefecilla en funciones, y una de las funciones de una jefecilla es pasar los pedidos que ha dejado preparados el jefe...
pero como eso, desde aquí no puedo hacerlo (el escaner está en el despacho y sería un jaleo estar yendo y viniendo) y lo que podía hacer (que es abrir el correo) ya lo he hecho, pues abro el editor y tecleo...
tecleo y hoy te cuento que arreglando el cuarto de invitados (por si lo usaba en fallas para huir del ruido que hacen los falleros verbeneros) encontré un librito que me regaló mi hermana la mediana unas navidades de hace tiempo: hay una araña en mi clavícula de sara herrera peralta... y aunque no leo mucha poesía contemporánea, me sentí culpable, como me siento culpable cuando alguien me regala un libro y yo no encuentro el momento de leérmelo... así que dejé el libro en el mueble que hay en la entrada de la habitación de invitados, y me olvidé de él... para qué negarlo?... porque si bien es cierto que tengo cierta tendencia a sentirme culpable por cosas por las que, siendo objetiva, no debería sentirme culpable; también lo es que tengo tendencia a olvidar las cosas (tendencia que se me está agravando con la edad), y no me acordé de él (del libro) hasta hace unos días, cuando no sabía que libro empezar después de paracaídas y besos y encontré éste en el mismo sitio donde lo había dejado...
y me gustaron los poemas de sara herrera peralta, porque, como en los libros que me leí después, y cuyas lecturas fueron consecuencia directa de ésta, y de los que ya te hablaré durante esta semana, encontré referencias culturales (como decía mi profesora de comentario de texto de cou) que me hicieron sonreír...
como en este poema que me vas a permitir que te copie aquí...
yo tengo el miedo
del que ha sentido alguna vez
el caballo trotando
detrás de la espalda,
del pedigüeño,
la flor marchita,
con la esperanza
de ser un día,
querida colette,
fuerte como la llama
que crece,
mujer de pieza entera.
sara herrera peralta (hay una araña en mi clavícula)
y es que, además de conocer ese miedo del que habla... el querida colette me hizo recordar uno de mis poemas preferidos de erica jong...
corto y cierro...
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