miércoles, y aunque no estoy muy centrada, te escribo desde el despacho... pero tengo la caja por hacer, el correo a medio abrir, dos remesas que pasar por el banco, y la sensación de que hoy (como ayer por la tarde) va a ser uno de esos días en los que las cosas se quedan a medio hacer, porque cuando no puedes centrarte, tampoco puedes acabar las cosas que vas empezando... y yo, por mucho que lo intente, hoy no puedo centrarme en lo que hago...
así que miércoles y para intentar no pensar (porque hasta que no haya respuestas a las preguntas, les puedo dar mil vueltas a las cosas, por el placer o la inevitabilidad de darles vueltas, pero no encontraré soluciones, así que prefiero no pensar) abro el editor, hoy para intentar contarte que me estuve leyendo (o releyendo, ya que ya me había leído todos los relatos que contiene este libro) las dulzuras del hogar de flannery o'connor...
y es que aunque hace tiempo que me (nos) leí(mos) los cuentos completos de mary flannery o'connor, vi este título en unas de esas listas de libros publicados en una colección que había antes en los libros (siempre me ha gustado leerme esas listas de títulos publicados, y he llegado así a más de un libro en estos años), y aunque me imaginé que los cuentos de este libro ya me los habría leído, la verdad es que me apetecía volver a la o'connor, y este libro me parecía la excusa perfecta...
y en este libro he encontrado relatos como las dulzuras del hogar, o lo que el sheriff pensó que había pasado en realidad; todo lo que asciende tiende a converger, o el gran error que puede suponer ofrecer una moneda al niño equivocado; greenleaf, o lo peligroso que puede resultar intentar matar a un toro; panorama sobre el bosque, o como acabó brutalmente la decepción del abuelo; el escalofrío interminable, o lo malas que pueden ser las buenas noticias; los lisiados serán los primeros, o lo peligroso que puede ser intentar ser buena persona; revelación, o lo que una puede descubrir en una sala de espera llena; la espalda de parker, o lo absurdo que puede llegar a ser un tatuaje; y el día del juicio, o lo peligroso que puede resultar llamar predicador a un negro del norte.
una maravilla, esta mujer que ya sabes que decía que escribía porque se le daba bien, y que con sus finales consigue siempre esa desolación tan salvaje que hace que sigas pensando en sus cuentos días después de haberlos leído, y que estés de acuerdo con ella, en que se le da de coña esto de contar historias...
y antes de cortar y cerrar te voy a copiar una cita del relato que da título en inglés a esta colección de relatos (curiosamente los editores en castellano decidieron que fuera otro de los cuentos el que diera título al libro...)
detrás del periódico, julian se recluía más y más en los compartimentos interiores de su mente, donde pasaba la mayor parte de sus horas. había una especie de burbuja mental en la que se acomodaba cuando no soportaba formar parte de lo que sucedía a su alrededor. desde esta burbuja podía mirar hacia el exterior y juzgar, pero dentro de ella estaba a buen recaudo de cualquier penetración. era el único lugar donde se sentía a salvo de la idiotez general que sus prójimos.
flannery o'connor (todo lo que asciende tiende a converger)
quizás porque hoy me vendría bien una de esas burbujas...
corto y cierro...
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