jueves y te escribo desde el despacho, al que llego cuando son
exactamente las doce menos veinte de la mañana... y es que aunque yo
vengo a trabajar a las nueve en punto de la mañana, parece que hay quien
piensa que lo del trabajo es opcional, cosa que ya he asumido; cada
cual es como es, y entiendo que cada uno tiene su percepción de la
realidad en la que el trabajo es más o menos importante, y el horario
laboral no tiene porque cumplirse... y me parece bien que cada cual haga
lo que le dicte su conciencia y el jefe le permita; pero cuando eso se
traduce en que yo vengo a trabajar a las nueve de la mañana y no puedo
empezar a hacer nada útil hasta eso de las once y media pasadas, pues
sinceramente: me molesta.
pero en fin... que en realidad yo venía a contarte que después del trauma de blonde,
aunque en teoría no debería de haber sido fácil elegir la siguiente
lectura (porque yo cuando me traumatizo pierdo la seguridad en mí misma,
y me cuesta tomar decisiones), sí que lo fue, ya que mientras leía
blonde, viajé en tren; y yo no sé viajar en tren sin un libro en el
bolso; y el libro de la oates no es de los que una puede sacar de casa
para pasearlos debido a su voluminosidad, así que mirando por mis
estanterías decidí que el candidato perfecto para venirse de viaje era
un librillo de bolsillo (de aquellos que regalaban con el diario
público) titulado elogio de la ociodad de
bertrand russell (autor al que no tenía el placer de conocer y que me
ha encantado leer), así que me lo empecé a leer en el tren, y cuando
acabé de leerme blonde, no tuve que empezar ninguno, sólo tuve que continuar con la lectura de éste...
y nos dice bertrand russell que
como casi toda mi generación, fui educado en el espíritu del refrán «la ociosidad es la madre de todos los vicios». niño profundamente virtuoso, creí todo cuanto me dijeron, y adquirí una conciencia que me ha hecho trabajar intensamente hasta el momento actual. pero, aunque mi conciencia haya controlado mis actos, mis opiniones han experimentado una revolución. creo que se ha trabajado demasiado en el mundo, que la creencia de que el trabajo es una virtud ha causado enormes daños y que lo que hay que predicar en los países industriales modernos es algo completamente distinto de lo que siempre se ha predicado.
bertrand russell (elogio de la ociosidad)
y empezando así, como no me iba a gustar este libro de ensayos en los
que el autor nos va explicando cosas como que hay que elogiar la
ociosidad, o que hay un conocimiento inútil, la relación entre la
arquitectura y los problemas sociales, lo que sería un rey midas en la
edad moderna, la ascendencia del fascismo en europa, y la comparación
entre el fascismo y el comunismo, la coyuntura del socialismo, la
civilización occidental, el cinismo de la juventud, la homogeneidad
moderna, la batalla entre hombres versus insectos, la educación y la
disciplina, el estoicismo y la salud mental, los cometas y el alma...
una maravilla... tanto que hay cosas que me ha contado russell a las que aún les estoy dando vueltas...
y antes de cortar y cerrar, te voy a copiar un trocito que ya conoces de
este libro... y es que estoy totalmente de acuerdo con bertrand russell
en que: "no se consiente a un
hombre que practique la medicina a menos que sepa algo del cuerpo
humano, pero se consiente a un financiero que opere libremente sin el
menor conocimiento de los múltiples efectos de sus actividades, con la
única excepción del efecto que tengan sobre su cuenta bancaria. qué
agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en la
bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega,
y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido
conocimiento de la historia y de la novela moderna!"
y es que tiene razón, el mundo quizá sería más agradable...
y ahora corto y cierro.
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