miércoles y te escribo desde el despacho en mi primer día de jefecilla en funciones...
y el día ha empezado (como suele ocurrir en estos casos) diez minutos
antes de que sonase el despertador, y es que el miedo a dormirme hace
que no pueda dormir bien (o quizás es la responsabilidad de saber que el
jefe no está y que tengo las llaves...), en fin... lo bueno de esos
diez minutos de más es que antes de bajar a abrir me ha dado tiempo de
leer unas cuantas páginas del libro que me estoy leyendo en este momento
y que me está encantado... y he de decir que eso de leer recién
levantada (lujo propio de los domingos y de las vacaciones) hace que el
día empiece de otra manera...
y cinco minutos antes de la hora de apertura, ya estaba yo en la calle
esperando que llegase alguno de mis compañeros para que me ayudase a
abrir... y una vez dentro, al encender el ordenador central, me he dado
cuenta con horror, de que no recordaba las claves (como el jefe siempre
está, no suelo poner en marcha el ordenador central). pero por suerte
soy de las que lo apunta todo, y he recordado que en el escritorio de mi
ordenador había un documento con las contraseñas... así que lo he
abierto, lo he impreso y con las claves en la mano lo he puesto todo en
marcha...
y pasados diez minutos de la hora de apertura, ha llamado el otro jefe
(el que se suponía que iba a abrir hoy), avisando de que iba a llegar
tarde (como si no me hubiera dado cuenta), y tan tarde iba a llegar que
ya llevamos una hora trabajando y él todavía no ha llegado...
en fin... de momento parece que la primera hora de jefecilla (que es la
más complicada) ya la hemos superado, así que ahora a seguir con las
rutinas, y a ver que va pasando...
y como esto de abrir el editor de librodearena y pensar en voz alta,
quieras que no, después de ocho años y un mes, ya es una más de mis
rutinas de despacho, pues aquí me tienes una mañana más, contándote mi
mañana y tirando del hilo de mis últimas lecturas...
así que tirando del hilo de mis lecturas, hoy te contaré que me estuve leyendo el paquete sorpresa de sylvia plath... un cuento infantil que llevaba tiempo buscando, y que me leí un sábado por la tarde...
max nix tenía siete años y era el pequeño de siete hermanos. primero venía paul, el mayor y el más alto de los siete. después venía emil. después otto y walter, y hugo y hans. el último era max. el nombre completo de max era maximilian, pero como sólo tenía siete años no necesitaba un nombre tan largo. así que todo el mundo le llamaba max.
max vivía con mamá y papá nix y sus seis hermanos en un pueblecito llamado winkelburg, situado en la falda de una altísima montaña.
sylvia plath (el paquete sorpresa)
y como habrás deducido, este libro no es precisamente del estilo que
suelo leer... pero era de sylvia plath (a la que le profeso una especial
veneración desde hace tiempo) y la obsesivo-compulsiva que hay en mí,
libro que localiza de la plath, libro que se compra (una de esas cosas
inevitables, como lo de comprar antologías teniendo en casa sus poemas
completos...), y el libro llegó un viernes, y yo me estaba leyendo el
final de los diarios de la woolf, y el sábado por la tarde tenía que ir a
ver a la abuela, y los diarios de la woolf se me estaban acabando, y me
daba pena... así que decidí alargar la lectura de los diarios de la
woolf, interrumpiendo su lectura y leyéndome otra cosa... y ahí estaba
el libro de la plath, y me lo leí, claro...
y te contaría que max nix quería un traje porque todo el mundo tenía un
traje menos él... pero en vez de eso te contaré que ahora mismo lo que
no sé, es que hacer con este libro infantil... y es que no sé si
regalárselo a mi ahijada (creo que es demasiado mayor para el libro en
cuestión), a mi sobrina nueva (que creo que es demasiado pequeña para
leérselo o que se lo lean), a la hija de una mis mejores amigas (pero
que con la cara de bicho que tiene no sé yo si el libro sobrevivirá al
traspaso), o si quedármelo yo (porque una nunca sabe cuando va a poder
necesitar un libro infantil escrito por sylvia plath...).
y en esas estoy... decidiendo que hacer con este libro...
ahora corto y cierro, que una jefecilla tiene demasiadas cosas que hacer
como para permitirse pasar más de media hora tecleando tonterías...
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