sobre los cosacos de tolstoi...

miércoles y te escribo desde el despacho... 

(esta parte es fácil... sólo tengo que mirar el calendario para asegurarme de qué día de la semana es, y constatar que me encuentro, como todos los días laborables, sentada en mi mesa del despacho... y entonces viene la parte complicada algunos días... esos días en los que por lo que sea pierdes el paso y los motivos, tus palabras desordenadas se caen al suelo y no sabes como contar lo que pretendías contar, porque con el paso perdido y sin recordar tus motivos, no es fácil teclear...)

miércoles y en lo que va de mañana he hecho tantas cosas y tan variadas, que no sé por donde empezar...

(porque ya no sé si de verdad importa que tenga la caja hecha o por hacer; y el correo abierto, reabierto, impreso, entregado y en algunos casos hasta contestado; o que ayer terminase con mayo y empezase con junio; o que tenga las intracomunitarias encima de mi mesa; y un montón de gastos con los que debería centrarme de una vez, pero que de verdad no encuentro la manera de meter en mis rutinas, y los voy relegando al día que sé que no va a llegar, en el que tendré tiempo de parar a pensar...)

miércoles y te contaría que estuve leyendo los cosacos de tolstoi... libro que me llevé a ibiza a la despedida de soltera.

(aunque una amiga me haya preguntado hace poco si me parece normal irme de despedida de soltera con un libro en el bolso... la verdad es que sí me parece normal, porque una nunca puede salir de casa, si va más allá de la esquina sin llevar en el bolso un libro con las páginas suficientes para entretenerla en los eventuales momentos de maravillosa soledad, o de posible tedio... siempre existe la posibilidad de que los vuelos se retrasen, de que se retrase la persona con la que has quedado, o que te quedes encerrada en un ascensor, momentos en los que todos sabemos que la compañía de un libro siempre es bienvenida... además, admito que no sé viajar sin leer... no sabría que hacer en un avión sin un libro, y quizás no sabría dormir sin antes leer al menos un par de páginas... así que en respuesta a la pregunta a la que no respondí en su momento, la verdad es que me parece normal irme a cualquier parte con un libro en el bolso o en la mochila...)

y no creo que haga falta que te cuente que me llevé el libro conmigo porque me lo habías regalado (o quizás la palabra sea intercambiado) tú unos días antes... y además, desde que oí hablar de este libro en pagina2, la verdad es que tenía ganas de leerlo...



todo estaba en silencio en moscú. sólo muy de tarde en tarde se oía el rechinar de ruedas por las calles cubiertas de nieve. ya no había luces en las ventanas y hasta los faroles estaban apagados. sonaban las campanas de las iglesias, que, al vibrar por encima de la ciudad dormida, anunciaban la mañana. las calles estaban desiertas.

tolstoi (los cosacos)



y así empieza esta novela... con un moscú silencioso a punto de despedir a olenin, que parte para el caucaso, para servir en un regimiento en la tierra de los cosacos... cosacos como lukashka, marianka y el viejo eroshka, que pese a todos los esfuerzos de olenin para ser uno de ellos, no dejaran de sentirlo como extranjero...

y te contaría quizás que este libro de tolstoi me recordó (no sé bien porque) aquel sebastopol que me leí de jovencita... pero como te decía al principio de este post, hoy es uno de esos días en los que tengo la sensación de que mis palabras desordenadas se me han caído al suelo... que he perdido el paso y lo motivos (y quizás la voz), y tengo tantas cosas que hacer que de momento ni puedo intentar retomar el paso, ni recordarme mis motivos, ni intentar ordenar mis palabras desordenadas (esas que como dirían los piratas, deberían contarte lo que me pasa...)

así que de momento corto y cierro, y mañana si eso, vuelvo con mas tiempo...


pd. gracias por estos cosacos que me hicieron compañía en el avión de la ida y de la vuelta; y al volver de pachá, mientras fumaba en la terraza recordando veranos de hace muchos años en una terraza muy parecida, mientras mis compañeras de apartamento, iban y venían, esperando que llegase el sueño y se apagasen las luces... 

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