sobre sodoma y gomorra según proust...

martes y te escribo desde el despacho... con la caja por hacer, el correo abierto, impreso y entregado... y ya he pedido unos informes y he pasado una hora en la caja (con lo poco que me gusta a mí estar en caja), y ya tengo el primer trimestre definitivamente cerrado, y unas cuantas facturas ya de abril, encima de mi mesa, para ir sentándolas cuando pueda... y además hoy facturamos, y en estos quince días no se me ha ocurrido ir recogiendo y ordenando los albaranes de los clientes, claro que bastante tenía con lo que tenía, intentando cerrar marzo y con él, el trimestre, como para recordar rutinas que no eran mías, pero que por fuerza tendré que ir adquiriendo si quiero sobrevivir a esto y no morir (o que me dé un cruce de cables) en el intento...


martes y el caso es que yo hoy venía a contarte que sigo releyendo la recherche de proust, y que hace un par de semanas releí la cuarta parte: sodoma y gomorra...

  


mucho antes de hacer a los duques la visita que acabo de contar (el día de la fiesta de la princesa de guermantes) estuve al cuidado de su regreso y, en la espera, hice un descubrimiento especialmente relacionado con monsieur de charlus, pero tan importante en sí mismo que he ido aplazando su relato hasta ahora, hasta el momento de poder darle el lugar y la extensión que quería darle.

marcel proust (sodoma y gomorra)


y así empieza proust esta cuarta parte de su busqueda del tiempo perdido... casi como si no hubiera descanso entre el tercer volumen y este cuarto... y admito que ese empezar así me encantó...

y lo que el narrador descubre de monsieur charlus (personaje con el que me está pasando algo muy parecido a lo que me pasó la primera vez que leí esta obra... y es que mis sentimientos por él van cambiando, poco a poco, a medida que avanza la historia...), no sólo va a cambiar la percepción que el narrador tiene de él, sino, quizás su visión del mundo... cosa que le torturará... pobre... como no podía ser de otra manera...

porque, como el mismo proust dice en las páginas de esta sodoma y gomorra, a las perturbaciones de la memoria están ligadas las intermitencias del corazón... y esas perturbaciones e intermitencias de la memoria y del corazón, nos hacen ser felices o no serlo, en cuestión de segundos... porque los recuerdos son caprichosos y vienen sin avisar, y son capaces, tanto de hacernos sonreír en los malos tiempos, como de ensombrecer nuestras alegrías, como esas nubes negras que no vemos venir, hasta que han cubierto todo el cielo y la lluvia cae sin remedio...

desvarío... lo sé... pero es lo que tiene leer a proust... que una tiende a divagar sin remedio...

así que antes de cortar y cerrar te repetiré por enésima vez que este volver a buscar el tiempo perdido con proust me está encantando más que la primera vez... que releer a proust está siendo una maravilla maravillosa... por lo que ya te he dicho en varias ocasiones, pero que repito una vez más... porque en esta ocasión disfruto del paisaje, porque me fijo en los detalles que la primera vez se me escaparon... y porque ha sido una maravilla volver a la fiesta de la princesa de guermantes, y volver otra vez a balbec...


y ahora corto y cierro, que como el jefe se ha ido, el otro jefe se cree en la obligación de darme faena (como si tuviera poca) y me ha pedido que le busque una reparación que nos reclaman... porque al parecer en este despacho hay cajones mágicos que sólo yo tengo el poder de abrir... porque por mucho que le he dicho donde podía mirarlo, me ha dicho que no hay prisa, y que se lo mire yo cuando buenamente pueda...

y además, acabo de descubrir que también debo de ser la única que tiene el poder de hacer que el teléfono funcione... porque uno de mis compañeros me ha traído una consulta que hay que hacer... y claro, marcar un numerito de teléfono, no es tan fácil como podría parecer...

lo dicho: si esto sigue así, o no sobrevivo, o me da cruce... corto y cierro...

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