una buhardilla en parís

cero se pregunta donde van los besos que no damos, esos momentos mágicos que una vez que pasan no podemos atrapar, y yo me pregunto: donde van nuestros sueños cuando los dejamos de soñar?
mi buhardilla de parís era un sueño recurrente, no de esos cuando duermes, de esos que te cuentas a ti misma antes de dormir... para tener dulces sueños...
era una promesa a mi misma, una buhardilla en parís para escribir una novela y vivir la vida bohemia, trabajando en lo que fuera y escribiendo de noche, viendo los tejados...
seguramente parís por parís era una fiesta, por el trópico de cancer, por los diarios de anaïs nin, por victor hugo y balzac y zola y su naná. porque si parís había inspirado los miserables, y las flores del mal, bien podía inspirarme a mi...
y cuando me agobiaba pensaba en esa buhardilla y la libertad que me proporcionaría... la frase de desapareceré y os mandaré una postal desde parís... era como una promesa mezcla de amenaza... porque necesitaba desaparecer, y porque en el fondo sabía que jamás lo haría...
pero siempre estuvo ahí... una buhardilla en parís...
y de pronto descubro que el sueño se ha esfumado, que no hay buhardilla a la que volver, quizás porque nunca estuvo, que no puedo volver a soñar con ella porque esos sueños caducaron, porque la realidad te lleva por donde quiere y al final las circunstancias acaban quitándote hasta los sueños imposibles, porque deja de tener sentido hasta soñar, cuando te haces mayor y descubres que hay cosas que nunca harás...
así que tendré que buscarme sueños nuevos, porque los años o la vida me han quitado los que tenía...
aunque admito que parte del sueño lo conservo... que sigo escribiendo novelas por las noches robándole horas al sueño...

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