sobre rutinas y reconciliaciones...

miércoles (aunque -no me preguntes porqué- yo me he despertado convencida de que era jueves), y te escribo desde el despacho...
miércoles con la caja hecha (aunque aquí tengo las facturas por guardar, porque necesito una carpeta nueva -lo de nueva es una forma de hablar, porque aquí reciclamos las carpetas desde hace años; tantos años, que juraría que las carpetas que usamos, fue mi abuelo quien las compró...-, pero en la habitación de las carpetas hace demasiado frío, y la verdad es que no me animo a ir a buscar una) y el correo impreso y entregado a quien corresponde en cada caso...


miércoles y además de mis rutinas diarias, hoy he escaneado un pedido (es que desde que tenemos escaner en la impresora, escaneamos como locas) para pasarlo por correo electrónico; correo electrónico que he tenido que buscar por entre los catálogos del proveedor, porque al parecer en este despacho, las cosas fáciles de buena mañana, no nos acaban de gustar, y es más divertido decirte que mandes un mail, y dejar que tú misma te busques la dirección, para que así te vayas despertando antes del café... y estoy wasapeando con las amigas, porque aunque en general no suelo usar el móvil en el despacho (llámame tiquismiquis, pero me parece poco profesional), la verdad es que hoy tenemos una pequeña crisis y necesitamos hablarlo...





miércoles y, como te decía ayer, hoy quería contarte como hice las paces con la editorial funambulista... y es que después del trauma de que la novela de stendhal no tuviera final, en vez de enfadarme y hacerles la cruz; como tenía otro libro de esta editorial por casa, decidí leerlo... sí... claro que en esta ocasión no había riesgo de que estuviera inacabado, ya que ya me había leído hace tiempo este relato...


y el libro era la nouvelle (o el relato largo, ya que la primera vez que yo me lo leí fue en un tomo de relatos debols!llo) que se titula la dulce de dostoievski (o dostoyevski, depende a quien preguntes...)






mientras ella esté ahí, todo va bien. voy, miro a cada momento. pero mañana se la llevan. me quedaré solo? de momento está ahí, en la habitación, encima de la mesa -dos mesas de juego unidas por los extremos-, mañana en el ataúd en gros de napoleón blanco, completamente blanco, pero qué estoy...? camino, camino e intento aclararme. hace seis horas que no consigo ordenar mis ideas.

fiódor dostoievski (la dulce)





y así es como dostoievski empieza a contarnos esta historia... el monólogo medio enloquecido del marido de una mujer que acaba de suicidarse y que nos cuenta su historia intentando aclararse...


y como te decía ya había leído este relato... pero ya sabes que dostoievski tiene algo, y que a mí últimamente me ha dado por releer (te diría que para ahorrar dinero, pero bien sabes que este relato me lo he comprado nuevo, así que de poco sirve mi coartada del ahorro en este caso concreto...)


ya había leído este relato, pero como ocurre con las relecturas, he descubierto detalles que me pasaron por alto la primera vez... quizás porque lo leí junto con otros relatos del autor; quizás porque, como ya te he dicho en alguna ocasión, al releer cambia el ritmo, y la manera de enfrentarte a un texto; quizás porque ya sabes adonde vas y puedes pararte más en los detalles que te llevan a ese lugar...


el caso: que me ha vuelto a encantar... porque de vez en cuando necesito una ración de este hombre (que como ya conté hace años, creo que, junto con tolstoi, tiene mucha culpa de que yo sea como soy a día de hoy...), y ha conseguido que me reconcilie con la editorial funambulista (de la que ayer estuve leyendo un libro de la rossetti, pero eso ya te lo contaré otro día).


una maravilla...





y ahora corto y cierro... que tendré que hacerme el ánimo e ir a buscar una carpeta nueva...

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