sobre errores de cálculo...

jueves y te escribo desde el despacho... con la caja por hacer, pero en mi defensa diré que ya he metido tres albaranes, he corregido un código, y tengo la bandeja de entrada del correo electrónico limpia como una patena (porque de los casi veinte correos que había a primera hora de la mañana, sólo tres eran de verdad, el resto sólo era spam...)


jueves y la migraña sigue aquí (ya no sé cuantos días van seguidos) y el ojo está peor que ayer (no sé porqué...), y he llegado tarde a trabajar, y tengo tanto sueño que me planteo cogerme al menos uno de los días que me quedan de vacaciones para poder dormir hasta las doce...





jueves y hoy debería hablarte de los niños terribles de jean cocteau, pero como dice victoria ocampo: "que yo escribo para mí, para explicarme a mí misma las cosas, y que no experimento placer al hablar de un libro sino cuando me gusta"...


la verdad es que fue un accidente... un error de cálculo... una apreciación errónea por mi parte... y es que, como te decía ayer, me llevé el libro de mary cholmondeley en mi reciente viaje a ver museos, pensando que con un libro de doscientas páginas, bien podía ir y volver a madrid, teniendo en cuenta que el viaje apenas dura una hora y media (tres horas en total, si no pasa nada)... pero calculé mal, el libro se leía mejor de lo que yo había imaginado, y me atrapó de tal manera, que al llegar a madrid, apenas me quedaban unas treinta páginas para acabarlo... y sabiendo que con treinta páginas, no llegaría hasta valencia, pensé que como más vale prevenir que curar, lo mejor sería comprar algún libro para la vuelta... pero una visita a una librería no entraba en nuestro plan del día... así que me tuve que conformar con las tiendas de los museos (teniendo en cuenta mis, cuanto menos, curiosos gustos, mejor las tiendas de los museos que las de la estación), y en el thyssen encontré este libro de cocteau, y como hacía tiempo que quería leerlo (no este libro concreto, sino al autor en cuestión) me lo llevé conmigo (junto con unas cuantas postales y un par de separadores de la couleur de mes rêves...) y tras terminar el libro de la cholmondeley, lo empecé... claro...


el caso es que no sabría decirte cual fue mi error... quizás que el libro de la cholmondeley me había encantado tanto, que tendría que haber elegido mejor el libro siguiente... quizás que teniendo tantos libros en casa que me moría por leer (todo un patiment a veces ese tener que elegir un solo libro de entre los pendientes, cuando lo que te gustaría en realidad es leerte tres o cuatro a la vez, sólo por no tener que esperar para leer ninguno), empezar éste que había elegido casi al azar se me antojaba un despecho a los otros (libros en su mayoría buscados con esmero entre las librerías virtuales de viejo)... quizás que cuando apenas llevaba leídas quince páginas el jefe se puso hablador, y nos pasamos el resto del viaje charrando... o quizás simplemente que no fui capaz de entrar en la habitación de esos niños terribles y sentirme cómoda...  no sé... pero como dice victoria ocampo (se nota que la ando leyendo estos días?) "mi única pretensión es la de amar las cosas que escribo y escribir sobre las cosas que amo"... así que confieso que no amé este libro, así que mejor no escribo...


(y no es que sea complicado, he leído libros mucho mas complicados (en este momento me viene a la cabeza el ubu rey de jarry, que leí también en un tren, sino recuerdo mal, en ese mismo trayecto, pero cuando duraba algo más que ahora...), es quizás que como te decía, no fui capaz de entrar en esa habitación y llegar a sentirme cómoda... o que no conseguí sentirme cómoda hasta casi el final... cuando empecé a entender lo que había intuido, y el libro empezó a interesarme, cuando apenas quedaban páginas de la historia de esos niños terribles, que más que terribles, yo creo que están perdidos...)





corto y cierro...

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