sobre un poema de emily dickinson...

viernes (ya!?) y te escribo desde el despacho... con la depresión postvacacional totalmente superada y acostumbrada otra vez a las rutinas despachiles...


viernes y ya tengo el correo impreso, la caja a medias, los talones siguen aquí, y creo que en este momento me traen en desayuno... sí...





viernes y yo hoy venía a contarte que otra de las lecturas vacacionales fue otra de esas antologías que colecciono de la dickinson... en esta ocasión, una titulada crónica de plata, de la editorial hiperión... una preciosidad... no creo que haga falta que te lo diga...


y de entre los poemas que guardé en los borradores (aunque parezca increíble, sigo descubriendo poemas de la dickinson que copiar en mis libretas y luego aquí y en mi pequeño palacio de vocabulario), me vas a permitir que te copie este... no creo que haga falta que te explique porque...






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un placer -caro y seductor- es-

hallar un libro antiguo-

con el mismo vestido que llevaba en su siglo-

un privilegio -creo-

coger su venerable mano-

y calentarla en la nuestra-

volver atrás -un pasaje- o dos-

a los tiempos en los que él -era joven-



examinar -sus singulares opiniones-

para indagar su pensamiento-

sobre temas que conciernen a lo que nos es común-

la literatura del hombre-



qué interesaba más -a los eruditos-

qué concursos hacían-

cuando platón -era incontestable-

Y sófocles -un hombre-



cuando safo -era una muchacha vital-

y beatriz llevaba

la túnica que dante -deificó-

hechos de siglos anteriores-



él los recorre -con seguridad-

como cuando vamos a la ciudad-

y te cuenta que todos tus sueños -eran ciertos-

él vivió -donde nacieron los sueños-



su presencia es mágica-

le ruegas que no se vaya-

los viejos volúmenes agitan sus cabezas de pergamino

y de esta forma -nos seducen-

emily dickinson 


y ahora corto y cierro... que aunque la verdad es que no tinc molta feina, en este despacho no hay manera de concentrarse...

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