sobre siete inviernos...

martes (que aunque yo siempre he dicho que son peor que los lunes, espero que me contradiga, porque un día peor que el de ayer no sé si lo soportaré) y te escribo desde el despacho...


martes y sobreviviendo, que no es poco, con la caja por hacer, y sin darme a los ansiolíticos (al menos de momento).


martes y ya he pasado un pedido a un proveedor, he mandado varios mails, he dejado en stand by una crisis hasta la semana que viene (porque hasta entonces no hay, en teoría, nada que hacer), me he ido a desayunar para ver si me relajaba un poco, e incluso he dado ordenes (porque si una asume la funciones de jefecilla, y todos vienen a esta humilde mesa a meter prisas y a pedir soluciones, digo yo que también vendrá con el cargo lo de dar ordenes... no?... que no es que se me haya subido el poder a la cabeza... es que si quieren que haga todo lo que pretenden que haga, tendré que repartir yo a mi vez faena... ea...)





martes y cambiando de tema te contaré que la semana pasada estuve leyendo los siete inviernos de elizabeth bowen...


nada que ver con aquella muerte del corazón que me relagaste y que me descubrió a esta escritora... aunque la voz es la misma, en este caso no se trata de una novela... sino de recuerdos (o quizás de retazos de recuerdos) de los primeros siete inviernos que la bowen pasó en dublín...






viví las tres primeras semanas de mi vida en junio -el único mes de junio que pasé en dublín hasta el verano en que cumplí los veintiuno-. nací en el número 15 de la plaza herbert, en la habitación, destinada a ser una segunda sala de estar, en que se hallaba el dormitorio de mi madre.

elizabeth bowen (siete inviernos)





y así es como la bowen empieza a desgranar sus memorias... unas memorias que según ella misma son más visuales que sociales, ya que en términos generales, son las cosas y los lugares, más que las personas, los que adquieren relieve definido en la masa de sus sueños...


y así nos irá hablando de la plaza herbert, del cuarto infantil, de la institutriz (o las institutrices), de los paseos, de las tiendas, del espectáculo ecuestre (o para ser más exactos, del lugar donde dicho espectáculo tenía lugar), del parque stephen, de las placas de latón de las puertas, de un baile a la luz del día, de la sociedad, de los domingos y del salón (donde se detiene (pero no concluye) la autora, porque es allí donde, comprendió por primera vez que la vida podía ser algo más que la suya propia...)


un libro que, en palabras de la propia autora, aborda la esencia de un comienzo... yo no lo podría definir mejor... porque es precisamente eso... un comienzo...


ahora habrá que buscar mas libros de esta autora, que me descubriste casi por casualidad en navidad (una de las mías, creo que dijiste al leer el principio de aquella novela...).





y ahora corto y cierro... que la vida de una jefecilla es muy dura, y ya tengo por aquí encima un pedido que pasar por internet, un plazo que reclamar, un albarán que sentar, y la caja, que sigue sin hacer...





pd. pero la buena noticia es que pese a todo el lío de ayer, conseguí acabar con junio y cerrar el trimestre...

No hay comentarios:

Publicar un comentario