migraña y de las malas... porque puede que llegue un día en el que te acostumbres a convivir con el dolor... te levantas y te acuestas tantos días con ese dolor de cabeza que al final te resulta familiar... hay semanas que no cae un café sin su ibuprofeno como acompañamiento... pero no me quejo... solo un poco cansada de vivir con el dolor de cabeza continuo, pero al menos ese te deja pensar...
la migraña de las malas es tan dolorosa que no puedes pensar en otra cosa, y tienes ganas de llorar como cuando eras pequeña, y los ruidos te parecen insoportables, en esos días parece que todo el mundo grita, y que los coches pitan mas, y que están de obras los vecinos...
y la fotofobia... que te molesta hasta la luz que se cuela por debajo de la rendija de la puerta, yo que tengo pánico a la oscuridad cerrando puertas y ventanas, buscando el antifaz para no ver nada, excepto mi dolor...
te reirás, pero en silencio y a oscuras con los ojos cerrados se ve la migraña. la ves creando formas dolorosas detrás de tus párpados cerrados, sin parar...
y la angustía es tal que no sabes que prefieres, si aguantar en la cama a oscuras o enfrentarte con la luz del cuarto de baño, que parece el puto sol dandote en los ojos migrañosos, y acabas llorando (pobre de ti) porque llega un momento en que te das pena (yo de jovencita llegué a pensar que moriría de un dolor de cabeza). y los lloros hacen que empeore el dolor de cabeza, y eso te hace llorar mas... y te desesperas...
llega un momento en el que la idea de abrirte la cabeza contra la pared tiene cierta lógica... porque quizás, dándote el golpe en el punto justo, se abra y salga en dolor... que para ti es algo físico, con forma y ubicación...
y el corazón te late en las sienes y cada latido es un dolor que amenaza con volverte loca, y piensas que si el corazón dejase de latir un rato al menos podrías dormir y olvidar esos picos de dolor...
te tomas toda la medicación que te dio el medico, cuentas la horas desde la última toma, pero sabes de sobra que ésta no es de las que desaparecen así, que llorarás un par de veces mas en el suelo del baño (si, hasta con migraña necesito encerrarme en el baño para llorar).
te despiertas al día siguiente, y si tienes suerte tu cabeza no ha explotado. te la tanteas con cuidado, la mueves a los lados... y vas despacio, convaleciente, con miedo a que un movimiento brusco o incluso el sonido de tu voz, despierte a la migraña, que sabes que está en tu cabeza esperando desesperarte... seguramente se quedó dormida un poco después que tú... agotada de martirizarte, o cansada de tus lloros y tus viajes al baño, de todas las pastillas que te tomaste y de esa silenciosa oscuridad en la que te encerraste...
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