Y al contemplar el cielo del atardecer, teñido de naranja, comprendí otra cosa
que me dio ganas de llorar.
No sé por qué, pero pensé que el amor nunca se
acabaría, que el amor, por mucho que cogieras o aunque dejases el grifo abierto,
siempre seguiría manando, como el sistema de abastecimiento de agua de
Japón.
una gran verdad dicha con unas preciosas palabras...
el primer amor, el verano, los recuerdos de la infancia, el sol, el mar...
parecía que el libro me iba anticipando los tres días que iba a pasar en la playa...
esa amistad que exige mas que da... que cuenta con la paciencia de todos los que la rodean... quien no tiene una amiga que exige, a la que no entiende porque le deja pasar un capricho tras otro... un desplante tras otro...
y lo que ya he dicho, el ritmo, ese ritmo totalmente distinto... esa manera de contar las cosas de una manera totalmente distinta a como las contamos nosotros... ese algo común a la literatura oriental, que por mucho que se occidentalice mantiene cierto aire entre sus autores, cierto ritmo, o cadencia... llámalo como quieras, pero tiene ese algo especial que no soy capaz de especificar...
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