Encontré el libro de Steinbeck en la estantería de la librería cuando ya me iba. Y es que desde que Sawyer, el malote guapo de perdidos, habla de él en uno de los primeros capítulos de la tercera temporada, sabía que acabaría comprandomelo y leyendolo.
Es una historia corta, de 167 páginas.
De la librería me fui a la estación de trenes a buscar a mi madre que volvía de viaje, y como su tren iba con retraso empecé a leer el libro.
Empieza con una larga descripción y no es hasta el segundo capítulo cuando conocemos a los dos protagonistas, a George, el listo poquita-cosa y a Lennie, el grandote tontorrón. Llegaron a la granja y como llegaba tambien el tren de mi madre tuve que cerrar el libro para dar le la bienvenida.
En cuanto llegué a casa continué con la lectura, conociendo a George y a Lennie, su extraña relación y sus sueños de reunir dinero y comprar una pequeña granja llena de conejos. Es un sueño maravilloso que George le cuenta a Lennie una y otra vez, como se cuenta un cuento a un niño antes de dormir para que sueñe bien.
Claro que el libro, pues no acaba bien. No tiene un final feliz, sino mas bien un final inevitable... pero uno de los mejores finales que he tenido el placer de leer.
Un relato maravilloso sobre las relaciones, la vida y lo difícil que resulta cumplir los sueños mas simples.
Una verdadera maravilla, en serio.
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